Anoche me fugué y me arriesgué a un buen reto, pero valió la pena luego de estar encerrada todo el día por culpa de la lluvia; no resistí dejar de subirme a mi árbol cuando la Conqui me abrió al jardín después de comer ¡estaba tan lindo el cielo lleno de estrellas! Mientras mi mamá volvía a la cocina para lavar los paltos, yo me quedé sola afuera, y una cosa llevó a la otra y antes de decir miau yo ya estaba trepada en lo alto de mi sauce saltando al muro para ir a dar una vuelta. En eso estaba cuando mi mamá salió a buscarme al jardín, y me pilló in fraganti porque me vio en lo alto del muro pasando entre la reja para irme a meter al sitio del vecino; ella me llamó una vez despacio “Melí ven” y yo me hice la sorda, me llamó más fuerte “¡ven Melí!” y me seguí haciendo la sorda, la tercera vez su tono de voz había cambiado radicalmente “¡Melí! ¡vuelve! si voy a buscarte y te agarro vas a ver lo que es bueno”. Ahí me detuve, ese tono de voz no era para ignorarlo, pero al segundo siguien
(Diario de una gata)