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¡No quiero hacer aseo!

Como todos los viernes, hoy mi mamá llegó más temprano de la oficina. Yo la estaba esperando ansiosa en la terraza de la abuela, y apenas vi aparecer su auto en la curva me puse a maullar dándole la bienvenida. Apenas me ció, ella bajó la ventana del auto para saludarme y tirarme besos, y yo bajé corriendo la escalera para esperarla en la puerta ¡me aprontaba a regalonear y jugar con ella todo el esto de la tarde ¿pero saben qué? ¡me salió el tiro por la culata! Me tinca que en alguna parte comió hierba gatera porque llegó súper acelerada y apenas entró a la casa se sacó la ropa de oficina, se puso buzo y empezó a traquetear de un lado a otro: cargó la ropa en la lavadora, preparó almuerzo, lavó platos, vació lavadora, pasó aspiradora, limpió el baño, hizo el aseo de su pieza, lavó y cambió la arena de mi cantorito ¡y no jugó conmigo! Yo me enojé y en vez de ayudarla como hago siempre, me fui a dormir sobre la calefacción del living y no me moví de ahí hasta que terminó de hacer ruido; yo creo que se puede haber enojado un poco porque hace rato que no me da ni un beso, me tinca que debe haber sido porque me llamó una y otra vez para que fuera a ayudarla –“Melí ven a ayudarme que el baño lo usamos las dos”– y yo la ignoré… Pobre, debe estar cansada porque ahora está durmiendo hecha pelotita ¿saben qué? mejor voy a frotarle la nariz en su cara a ver si me perdona.


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