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Mostrando entradas de junio, 2013

Intentos de fuga

Anoche me fugué y me arriesgué a un buen reto, pero valió la pena luego de estar encerrada todo el día por culpa de la lluvia; no resistí dejar de subirme a mi árbol cuando la Conqui me abrió al jardín después de comer ¡estaba tan lindo el cielo lleno de estrellas! Mientras mi mamá volvía a la cocina para lavar los paltos, yo me quedé sola afuera, y una cosa llevó a la otra y antes de decir miau yo ya estaba trepada en lo alto de mi sauce saltando al muro para ir a dar una vuelta. En eso estaba cuando mi mamá salió a buscarme al jardín, y me pilló in fraganti porque me vio en lo alto del muro pasando entre la reja para irme a meter al sitio del vecino; ella me llamó una vez despacio “Melí ven” y yo me hice la sorda, me llamó más fuerte “¡ven Melí!” y me seguí haciendo la sorda, la tercera vez su tono de voz había cambiado radicalmente “¡Melí! ¡vuelve! si voy a buscarte y te agarro vas a ver lo que es bueno”. Ahí me detuve, ese tono de voz no era para ignorarlo, pero al segundo siguien

A dieta... una vez más

Finalmente  mi mamá se puso seria y hoy me ha tenido todo el día a dieta: no conforme con suprimirme el ñam ñam a las horas de comer, dice que me va a quitar los crunchi crunchi para picar durante el día y que sólo podré comer a las horas correspondientes: desayuno, almuerzo, té y comida ¡pero a mi me gusta tener libre acceso! detesto eso de que me anden escondiendo mis galletitas cuando no es hora de comer ¿Qué se creerá? a ella nadie le dice nada cuando se levanta a sacar un caramelo de la bombonera que mi abuela tiene arriba de su cómoda, entonces ¿porque yo no puedo tener libre acceso a mis crunchi crunchis? Lo de hoy me recuerda  cuando vivíamos en Puerto Varas , ahí también me restringía la comida y no me daba ñam ñam. Confieso que tanta exquisitez la vine a descubrir aquí en Viña, viviendo con mi abuela porque con mi mamá ¡naranjas de la china! con razón dicen que los padres educan y los abuelos miman, aunque en esta oportunidad parece que tanto mi mamá como mi abuela se pusier

La puerta de la casa no se bloquea

No falla, los días jueves toca aseo y eso significa que debo estar pendiente de la aspiradora y vigilando que cada vez que mueven mi caja, vuelvan a dejarla en su lugar por qué no vayan a creer que es cosa de patearla de una esquina a otra, pasar la aspiradora y seguir tan felices de la vida como si con eso todo estuviera en su lugar, no señor.  Hay que tener muy claro que mi caja no se patea, si alguien la quiere mover –por la razón que sea–  debe tomarla entre sus manos y llevarla a algún lugar dónde quedé a salvo de las inclemencias del tiempo, las aspiradora, las corrientes de aire y cualquier cosa que pueda dañar su estructura. Cuando ya se ordenó, limpió, aspiró o se haya terminado de hacer lo que hubiese que hacer en la zona dónde va ubicada mi caja, se vuelve a tomar entre las manos y se reacomoda gentilmente en el mismo lugar; en toda la maniobra , y en cualquier otra circunstancia, es muy importante recordar que el acceso debe estar despejado ya que como norma mínima de

Remedio para las pulgas

¡Vieja acusete! Si se hubiera quedado callada yo no habría pasado el mal rato que pasé hoy día fuuuu fuuuuuuu y triple fuuuuuuu  Todo empezó temprano está mañana, cuando mi mamá despertó y bajamos a desayunar. Mi abuela ya estaba en la cocina y luego del “buenos días” y las consabidas preguntas y respuestas de “¿como durmió?”, “bien, gracias ¿y usted?” y todo ese trámite burocrático llamado educación que tienen los humanos, nos sentamos a desayunar. Sí, leyeron bien, nos sentamos, y me incluyo porque yo me siento en un piso al lado de la Conqui y pegada a la ventana para controlar qué comen por un lado, y los pajaritos por el otro. Aparte de mi ñam ñam, nada emocionante para comer en el desayuno: avena mi mamá y comida de pajarito mi abuela (semillas y esas cosas junto a su pan integral con miel y canela).  Terminado el desayuno, mis humanas subieron a vestirse; yo las acompañé como siempre y no pasaron ni cinco minutos que se escuchó un grito de mi abuela diciendo “¡Conqui! t

De dietas y arañas

Ayer en la noche me tocó vivir una de las experiencias más humillantes del último tiempo: mi mamá me subió a la pesa y me dijo que como siguiera engordando me iba a sacar a trotar todas las noches así fuera que tuviera que llevarme a la rastra como saco de patatas ¿¡qué se habrá creído?! ¿yo salir a trotar obligada? ¡jamás! cuando yo corro es porque hay un pajarito o alguna entretención de por medio, pero jamás por “deporte”. Vieja desubicada… más encima la escuché hablando con mi abuela cuando le decía que me iba a comprar crunchi crunchis light ¡light! ya con ese nombre deben ser malos, nada que sea “liviano” puede ser rico. Díganme ¿que tiene de rico una miserable hoja de lechuga comparada con un buen par de huevos revueltos o un sabroso pajarito? (y si es con tocino ¡mejor!). A ver cuando este par de humanas que viven conmigo comprenden que yo no estoy gorda si no que robusta, y que mis gramos de más son mi línea de crédito para el incierto mañana. Porque es eso lo que tengo de má

La luna… qué digo ¡la súper luna!

A veces los humanos tienen ciertas actitudes que me dejan absolutamente impresionada de lo enrevesadas que pueden llegar a ser. Díganme ¿qué hay más simple que sentarse a admirar la luna cada vez que se pueda? Bue, pues parece que es más fácil saber que está pasando a más de 20.000 kilómetros de distancia que hacer el simple gesto de levantar los ojos al cielo en una noche despejada; lo crean o no, parece que eso de admirar a Selene sólo se hace previo aviso de los correspondientes publicistas / periodistas / visionarios de turno…  Tal vez mi creencia de lo fácil que es mirar la luna se deba a que no soy más que una simple gata cuya  vida gira en torno a comer, dormir, regalonear y disfrutar las bellezas que la vida nos ofrece diariamente. Los pobres humanos, en cambio, parece que necesitan que les digan qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo, especialmente con algo tan simple y básico como mirar y admirar la belleza de la luna. ¿Qué por qué lo digo? lo crean o no, van dos o tr

Día de enfermera

Hoy ando poco inspirada, con una flojera enorme; debe ser porque el día ha estado muy frío y como mi mamá no se sentía muy bien –parece que se resfrío por salir al jardín el día que nos quisieron invadir– me la he pasado de enfermera cuidándola, y eso me tiene un poco cansada. ¿Qué hace una buena enfermera? bue, principalmente dormir con el enfermo, preocuparse de que esté calentito y para eso lo mejor es acostarse arriba de él; también, hay que vigilar que no haga ningún esfuerzo y por eso mismo cada vez que la Conqui trataba de tomar su computador yo me instalaba arriba de su guata para que no se pudiera mover. ¿Inconvenientes para mí? la verdad que no muchos porque es rico dormir calentita, y más aún si cada tanto te acarician el lomo, el único “pero” sería que por eso hoy me atrasé más de la cuenta con la columna: tuve que vigilar a mi mamá toda la tarde, por suerte ahora se fue dónde la abuela y yo pude ponerme a escribir un ratito. Hablando de mi abuela… vieja pesada: es

Mi árbol, mi jardín ¡mi territorio!

Hoy me tocó defender mi territorio, mi árbol, mi reino. Resulta que la gata tricolor, conocida en su casa como Pelusa, pretendió venir a meterse a mi jardín, quiso bajar por mi árbol y vaya a saber uno qué otras intenciones tenía ¿comerse mis crunchi crunchis tal vez? probablemente. Como ustedes comprenderán, esa era una situación que yo no podía ignorar y a la que debía poner atajo de una sola vez; cualquier dilación habría sido dar pie a una repetición de los hechos y eso era algo que no podía permitir por ningún motivo. De las cosas que he aprendido con mi mamá es  que mejor una vez colorada que cien amarillas, lo que para los efectos prácticos quiere decir que si uno tiene algún problema es mejor solucionarlo de una buena vez que de a poco en varias veces, así que salí rápidamente sauce arriba y con un FUUUU contundente hice que a la gata invasora se le erizaran todos su pelitos tricolores y saliera corriendo árbol arriba de vuelta al muro. Ya con esa acción las cosas quedaron

Hablemos de publicidad

No sé si ustedes conocen una cajita que hace ruido y que tiene un vidrio detrás del cual aparecen personas chiquititas, es como un mundo aparte dónde las cosas pasan bien rápido y el tiempo corre distinto; a veces ahí adentro es de día cuando afuera es de noche, o también puede pasar que tengan un sol precioso mientras yo estoy viendo llover… Cosas raras de los humanos que inventaron esa caja vaya a saber uno para qué. Como sea, según mi mamá se llama televisión y sirve para entretenerse, saber que pasa en el mundo y no sé que otras cosas más; ella también me dijo que el negocio de la televisión está en la publicidad, en los avisos comerciales que se llaman esas historias cortitas que pasan entre medio de las historias más largas. Bue, el asunto es que de un tiempo a esta parte me he dado cuenta que salen hartos perritos en los comerciales esos que le dan plata a la televisión, y no es cualquier perrito el que salen, son Border Collies como mi prima Mila y me pregunto yo… ¿irá a salir

Capeando el frío y un temblor

Hoy no quiero hablar de niños pesados ni gatitas peleadoras, hoy quiero hablar del frío que está haciendo por estos días y lo que uno debe hacer para poder sobrevivir.  En esta casa cada cuál tiene su método, sobre todo en la noche antes de meterse a la cama. Mi mamá, por ejemplo, llena una bolsa de agua caliente y la mete en su cama; cuando hace eso, yo me instalo justo arriba y me hago la loca cuando ella se acuesta y empieza a mover la pierna para que yo me corra y así poder poner su pie helado sobre la bolsa para calentarlo. Cuando ya noto que ella empieza a tiritar, asumo que se me está pasando la mano y me levanto para ir a meterme al hueco de su brazo, eso sí, debajo del plumón para que no me de frío; ahí,  pone sus pies sobre el guatero, apaga la luz y nos dormimos calentitas hasta el otro día.  Cuando no es hora de dormir, yo espero a que prendan la calefacción de la casa, algo raro que funciona con un click porque cada vez que empieza a dar calor, es porque mi abuela

Gata pesada

Bue, como lo prometido es deuda aquí vamos con la otra historia de lo que me pasó ayer cuando salí al mundo “exterior”… Aprovechando que la mañana estaba linda ( y digo linda y no calentita porque había esos típicos soles de invierno que brillan pero no calientan) salí a pasear a ver si esta vez me topaba con la Pelusa en vez de con un niñito acosador de gatitas; desde lo alto de mi árbol salté al muro y luego de una revisión rápida a los alrededores para asegurarme que no hubiera cabros gritones a la vista, salté al estacionamientos del vecino y me puse a oler por aquí y por allá tratando de pillar el rastro de la gata tricolor. De tanto oler hierbitas, piedras y todo lo que caía bajo mi nariz, terminé metida en el sitio eriazo que está al lado de la casa del vecino, y cuando ya iba de lo más embalada cerro arriba la voz de mi mamá tronó con su “Melí, vuelve” dejando muy claro que no había posibilidad de desobedecerle. Había tanta autoridad en su tono de voz, que no tuve otra op

¡Niñito pesado!

Han pasado cosas entre ayer y hoy, algunas de las cuales me hacen replantear mis ganas de salir al mundo “exterior”… Ayer poco antes de la hora de almuerzo, y mientras la Conqui cocinaba, yo decidí aprovechar que estaba rico el sol y tuve la genial idea de treparme a mi árbol para ver los pajaritos de cerca, en eso estaba cuando una cosa llevó a la otra (por no decir que una rama me llevó a otra) y casi sin darme cuenta estaba trepada en el muro, y cuando estaba ahí no lo pensé dos veces y me fui a dar una vuelta para ver si me topaba con la Pelusa porque iban varios días sin verla. Debo decir que el paseo me duró bien poco, no me había alejado ni 5 metros de mi sauce cuando me tope de narices con un niñito pesado que no tuvo ninguna mejor idea que ponerse a corretearme dando gritos de “¡gato! ¡gato!”, y claro, yo me espanté y salí corriendo de vuelta árbol abajo para llegar directo a los brazos de mi mamá que dejando las ollas botadas, había salido corriendo al jardín con cara de loca

Sábado de ocio

Confirmado, se echa de menos a la abuela en esta casa: despertar hoy en la mañana fue una lata porque no había nadie a quién ir a saltarle encima de la guata para darle los buenos días, y mucho menos alguien que me agarrara de la cola y me metiera dentro de su cama sin dejarme salir hasta que yo dejase de patalear. Es bien catete la vieja con eso de no dejarme subir a las mesas y otros caprichos del mismo calibre, pero hay que reconocerle que se hace querer: después de mi mamá, ella es mi segunda persona más favorita de este mundo. Despertar hoy día fue una lata, ninguna emoción fuerte: recién pasadas las 9 de la mañana mi mamá se dignó a abrir un ojo, hacerme cariño, levantarse, ponerse la bata y bajar a darme desayuno ¡ninguna gatita decente toma desayuno después de las 9 de la mañana! eso me pasa por ser buena hija: hoy la dejé dormir todo lo que quiso y en vez de saltar arriba de su guata o ponerme a jugar con mi pelotita en su pieza, me senté tranquila en el marco de la ventana

De parientes y bajadas de árbol

Después de casi una semana sin ver el sol finalmente hoy se dejó ver ese desgraciado, al menos por un par de horas; aproveche para salir a ventilarme un rato luego de pasar tantos días prácticamente encerrada dentro de la casa, con el frío que hacía no tenía ningún interés en ceder mi sitio al lado de la calefacción. Bue, como sea, hoy me subí a mi árbol, controlé que pasaba al otro lado del muro, y bajé como siempre lo hago, sólo que está vez tenía a mi abuela observando fijamente mis maniobras y por alguna extraña razón que no alcanzo a comprender, se sorprendió de que parte de la bajada la hiciese cabeza abajo… rara la señora ¿por qué tanta sorpresa? cada uno baja como sabe, puede y más le acomoda. Como será lo sorprendida que quedó, que mi bajada del árbol fue tema de conversación a la hora de almuerzo, y le dijo a mi mamá que yo era “rara” por bajar de cabeza y que eso los gatitos normales no lo hacían; por suerte la Conqui sabe mucho y le dijo que esa manera de bajar era parte de

"Ser animado racional, Varón o mujer"

Ayer me dijeron que yo nunca mencionaba a los hombres y que siempre hablaba de mi mamá, mi abuela, mi tía y mis primas, todas mujeres. También me dijeron que lo más cercano que yo había estado de hablar de algún espécimen de sexo masculino, había sido cuando comentaba las tonteras que hacía el Manchi. Al principio como que me dio lo mismo la pregunta porque no entendí de qué me estaban hablando, pero igual me quedó dando vueltas y pensando en todos los humanos que conozco y con los cuales he convivido en mayor o menor grado, me di cuenta que no conozco a ningún hombre; es decir, tengo una idea de como son porque he visto algunos a la pasada, como los señores que le ponían bencina al auto con una manguerita cuando nos vinimos con mi mamá del sur o el caballero que cortaba el pasto en la casa, pero eso sería todo. Como siempre que algo despierta mi curiosidad, le pregunté a mi mamá sobre el tema pero parece que no me entendió porque se quedó muda, aunque confieso que me tinca prefirió ha

La mamá de mi mamá (y otras mamás).

Si ayer fui sólo alabanzas para mi abuela porque ella me comprendía, hoy le toca tirón de orejas por sorprenderse de que fuera yo la que entendiera. Resulta que esta mañana bajé a desayunar con mi mamá y después ella se quedó en la cocina lavando y ordenando; cuando me aburrí de esperarla mientras hacía esos trámites, subí a ver en que podía molestar a la vieja que figuraba arriba duchándose: sólo alcancé a pegar un par de saltos arriba de su colcha recién estirada, colarme adentro de su closet para tirarle algunos chalecos al suelo y levantar un poco el papel al lado de su velador porque justo cuando las iba a emprender con un osito que tiene sobre la cabecera de su cama, escuché como se aprontaba a salir del baño así que me senté en el pasillo con cara de estar aburrida contando musarañas. Buena estrategia porque cuando la veterana me vio tan sentadita ahí sola, me preguntó “¿dónde está tu mamá?” y como eso sí se lo podía responder miré hacia abajo en dirección a la cocina…. ¿me pued

De amenazas veladas y despedidas

No quiero ser peleadora, pero no me gusta nada cuando me llegan mensajes tipo mafiosos diciendo cosas como “¿Qué pasaría si "alguien" le diera unas tijeras a XXX y ella, "sin querer" te cortara los bigotes?”. El mensaje me llegó anoche a raíz de lo que escribí sobre la importancia de los bigotes para nosotros los gatitos, y lo único que puedo decir es que me parece muy fea la actitud, eso de andar mandando mensajes y amenazando sin amenazar, es muy rasca. Eso sí, con rasca me refiero a alguien de maleducado, de trato áspero y desagradable, no estoy hablando de que haga frío como lo usan en Andalucia (anoche hizo una rasca!!!!) o que se hayan emborrachado como en Colombia (fue tanto lo que tomó que se agarró una rasca de aquellas), nada de eso, estoy hablando del rasca chileno que no sabe tratar a las gatitas lindas como corresponde… pero bueno, gente mala clase hay en todas partes y no me complica porque yo sé defenderme: si por algún motivo ajeno a lo que los hum

Hablemos de los bigotes

Y dicho y hecho: llegó el domingo y con él llegó el tan esperado desayuno con huevos revueltos ¡qué cosa más rica! no tengo claro si fue mi mamá o yo quien se relamió más los bigotes, aunque imagino que debo haber sido yo porque mi mamá no tiene, aunque a ella parece que de momento no le hacen falta, pero creo que a mi abuela sí le vendrían bien porque se pasa tropezando con mi caja. ¿Qué no entendieron nada? no importa, yo explico. Todos saben que los gatitos tenemos bigotes, pero no muchos saben que tan importantes son los bigotes para nosotros; para explicarlo de manera sencilla, vendrían a ser nuestro GPS. Nuestros bigotes o vibrisas en lenguaje “técnico”, son una de las partes más importantes de nuestro cuerpo ya que a través de ellos recibimos información de lo que está pasando a nuestro alrededor y la ubicación de los diferentes objetos. Les cuento un secreto: eso que que los gatos tenemos tan buena vista de noche, no es porque tengamos “buena vista” (que la tenemos) si no q

Rarezas humanas

Los humanos pueden ser muy raros ¿que por qué lo digo? simple, a veces no entiendo sus motivos para hacer una u otra cosa. Por ejemplo mi mamá: todas las mañanas desayuno un bowl con avena en vez de comerse un rico ñam ñam. Si su desayuno le gustara tanto como a mi me gusta el mío, entendería que comiera esa cosa medio latiguda con olor a nada y sabor a menos nada, pero sé positivamente que no le gusta porque con cada cucharada que se mete a la boca de ese engrudo, suelta un suspiro y dice “ya falta menos para el domingo”. A veces anda más habladora y me dice “sueño con el desayuno de los domingo, me gusta poder comer algo decente como unos ricos huevos revueltos con tocino, unas deliciosas tostadas y harta mantequilla” (en eso me parezca a ella, a mi también me encanta la mantequilla), acto seguido traga, poner cara de asco y toma un sorbo de café como sacarse el mal gusto.  No sé a ustedes, pero a mi me parece poco inteligente torturarse todas las mañanas con un desayuno que no

Dos maneras de empezar el día

No sé a ustedes, pero a mi a veces me pasa que hay días en que me despierto sin ganas de despertar; días en que miro a mi mamá con cara de “no te levantes y abrázame”, mientras me pongo a ronronear para adormecerla nuevamente; días en que me acomodo en el hueco de su brazo moviendo mis manitos como amasando, tal vez recordando cuando era recién nacida y estaba con mi mamá gatuna… cuando yo hago eso, la Conqui sabe que quiero que me mimen, que quiero estar ahí, tranquila, calentita, feliz… Hoy, no fue uno de esos días. Esta mañana amanecí temprano, con ganas de jugar, comer, saltar… tal vez fue el temblor que me me puso nerviosa, no lo sé, sólo sé que quería despertar a mi mamá, así que todo lo que contaba en el párrafo anterior, fue justamente lo que hoy no hice. Al contrario, traté por todos los medios de sacar a mi mamá de la cama lo más temprano que se pudiera para que me diera comidita y jugara conmigo porque estaba aburrida. En hora de humanos, debo haber empezado a lesear  ti

Gusanitos... de nuevo

Tuvimos problemas en la mañana, y el motivo se los contaré previo advertirles que si son de estómago delicado, no sigan leyendo porque lo que viene a continuación no es apto para asquientos… Resulta que hace dos días mi mamá  descubrió que yo estaba con la guatita medio mala; lo supo porque me tiraba unos punes bien fétidos, y cuando iba al baño los lulos eran algo blandengues. Como ella me cuida, primero dejó de darme ñam ñam y me tuvo a puro crunchi crunchis, además de revisar mi cantorita cada vez que yo la usaba, y fue así como hoy descubrió que yo de nuevo tenía gusanitos en la guata porque pilló uno largo en un lulo… ¡puaj! . Bue, el asunto es que después de ese “descubrimiento” la Conqui decidió que tenía que darme remedio para los gusanillos, y como yo soy un poquito desobediente para tomarme las pastillas, a ella no se le ocurrió nada mejor que conseguirse una jeringuilla sin aguja, y la llenó con un poquito de agua y las gomitas que me debía tomar, me puso entre sus pie

Los picaflores

¿Les conté que aquí en Viña hay unos pajaritos de pico largo y que aletean como locos? Colibrí  o Picaflor dice mi mamá que se llaman, y son bien bonitos; tienen tantos colores que uno no sabe como describirlos, porque dependiendo de dónde les pegue sol uno puede decir ¡es rojo!, ¡es verde!, ¡es azul!… según la Conqui ese efecto se llama “tornasolado” y es una de las cosas más lindas que tienen estos pajaritos tan especiales, tan diminutos que parecen prendedores. Lindos lindos la verdad, y además de lindos catetes porque se dedican a pasar por delante de mis narices provocándome, como sabiendo que mi mamá no me deja casi ni mirarlos para que no vaya a hacerles alguna “maldad”, como dice ella… dramas de mi vida real. ¿Qué por qué saqué a colación el tema de los picaflores? por dos buenas razones: 1.- Ayer cuando salí a pasear y ya venía de vuelta bajando por mi árbol, uno de esos pajaritos tan lindos pero tan hinchapelotas (perdón por la expresión pero no se me ocurre otra man

Clases de cocina

Lindo día hoy, casi que ni parecía estar a las puertas del invierno, tanto así que aproveché de salir a pasear, después de acompañar a mi mamá a cocinar. Me gusta cocinar, y más me gusta cuando la que cocina es mi mamá porque me puedo poner dónde yo quiera. Cuando la que está metida entre las ollas es mi abuela, lo único que hace es decirme “Melí bájate de ahí”, “Melí saca la nariz”, “Melí córrete”, Melí para acá, Melí para allá, cero posibilidad de sentarme tranquila a ver lo que está haciendo; ella, lo único que sabe es corretearme de un lado para otro sin entender que lo que yo quiero es sentarme tranquila en alguna parte desde dónde pueda ver y escuchar todo lo que ocurre en la cocina. Nada que hacer con la viejuja, me tinca que es porque no quiere tenerme vigilándola porque puedo descubrir alguna cosa rara que use para cocinar… Voy a tener que estar atenta, por mucho que mi mamá me haga rabiar (como ayer con lo de las pulgas) no quiero que me la envenenen. Cuando mi mamá

Yo no era la de las pulgas

Definitivamente la Conqui cuando quiere ser injusta, es muy injusta ¿me podrán creer que hoy me dio un baño antipulgas siendo que es ella la pulguienta? ¡Sí! así como lo leen. Resulta que ya eran varios días en que yo me rascaba y me rascaba mis orejitas, la panza, mi cuello, y así suma y sigue con cada rincón de mi cuerpo. Mi abuela me veía y decía “Conqui la Melí tiene pulgas”, y mi mamá se hacía la sorda o a lo más le respondía “no puede ser, ella jamás ha tenido pulgas”, y es verdad, yo jamás he tenido  –o había tenido al menos hasta ahora– pulgas, pero algo pasó estás últimas semanas que eso cambió. En un principio pensé que las pulgas eran herencia de la difunta Carlota, algo así como un recordatorio de que estos son sus dominios y la Conqui y yo unas meras allegadas… Como sea, terminé convencida de que yo tenía pulgas y lo que es peor, me remordía la conciencia ver a mi mamá rascándose a la par que yo –sobre todo en las noches– porque me sentía responsable de sus pulgas: segú