Ayer me dijeron que yo nunca mencionaba a los hombres y que siempre hablaba de mi mamá, mi abuela, mi tía y mis primas, todas mujeres. También me dijeron que lo más cercano que yo había estado de hablar de algún espécimen de sexo masculino, había sido cuando comentaba las tonteras que hacía el Manchi. Al principio como que me dio lo mismo la pregunta porque no entendí de qué me estaban hablando, pero igual me quedó dando vueltas y pensando en todos los humanos que conozco y con los cuales he convivido en mayor o menor grado, me di cuenta que no conozco a ningún hombre; es decir, tengo una idea de como son porque he visto algunos a la pasada, como los señores que le ponían bencina al auto con una manguerita cuando nos vinimos con mi mamá del sur o el caballero que cortaba el pasto en la casa, pero eso sería todo. Como siempre que algo despierta mi curiosidad, le pregunté a mi mamá sobre el tema pero parece que no me entendió porque se quedó muda, aunque confieso que me tinca prefirió hacerse la loca y no responder porque ella siempre me entiende y responde mis preguntas y aclara mis dudas. Como soy gatita curiosa y de verdad quería saber que era eso de los “hombres”, hice lo que hace mi mamá cuando no sabe el significado de alguna palabra y lo busqué en el diccionario de la Real Academia Española: escribí “hombre” en la cajita dónde sale una lupa, apreté la tecla enter ¡y ni se imaginan todo lo que apareció! Con tantas definiciones lo único que logré fue confundirme más, imagínense que para empezar dice que el hombre es “Ser animado racional, varón o mujer”, ¿se dan cuenta? ¡varón o mujer! Según eso, mi mamá y mi abuela pueden ser hombres, aunque lo de ser racionales me hace dudar, sobre todo cuando se comportan como niñas… ¿me podrán creer que esta mañana mi mamá se puso a arañar la puerta de la cocina que estaba cerrada igual que hago yo cuando quiero que mi abuela me abra? ¿se dan cuenta a lo que me refiero? ¡arañando la puerta! ni que fuera una gatita linda como yo ¿para que me imita? eso no es ser “racional”, que use sus manos, ella puede hacerlo y por algo las tiene… vieja loca. Y no se crean que mi abuela es mucho mejor, hoy a la hora de almuerzo ella estaba cocinando lentejas (que no me gustan) cuando quise entrar a la cocina; como la puerta estaba cerrada la y no me hizo caso, a lo más me gritó “¡estoy ocupada! dile a tu mamá que te baje a abrir”, así que yo me di media vuelta y salí corriendo escaleras arriba a buscar a mi mamá, entré ronceada a su pieza dónde estaba mandando unos mails, y al ver mi cara de “vengo a acusar a la abuela” bajó a la cocina conmigo pegada a sus talones para ver que estaba pasando: cuando entramos, mi abuela pegó un tremendo salto sorprendida y se quedó mirando a la Conqui con cara de “yo no fui, y a mi con cara de “gata acusete”. Eso le pasa por pesada, no le costaba nada dejar de revolver la olla por un minuto y abrirme la puerta, y es exactamente lo que le dijo mi mamá mientras yo pasaba de cola bien parada a sentarme en el hueco de mi ventana.
Lo confieso: he estado ociosa los últimos días, pero tengo una excusa muy buena, y es que… naaaaa, no tengo excusa posible; me podría inventar alguna, pero si algo me ha enseñado mi mamá es que mentir es malo y que uno siempre debe asumir la consecuencia de sus actos, sobre todo cuando ha metido la pata, y ella sí que sabe de meter la pata ¡si yo les contara! ¿Saben cuál fue la última? ¡Ponerle demasiado peperoncciono a la carbonada! Vieran como tosía mi abuela cuando la probó por primera vez… ¡Cof! ¡Cof! ¡Cof! hacía la pobre vieja mientras los ojitos se le ponían brillantes tratando de retar a mi mamá por lo picante de la comida. Cómo sería el escándalo que yo estaba en el cerro e igual escuché todo el barullo y volví corriendo a la casa para ver que estaba pasando y si podía ayudar en algo, no sé, tal vez haciéndole la maniobra de Heimlich a la veterana ¡y no se rían! es tan flaquita la señora que estoy segura que si agarro vuelo y salto sobre sus pulmones, cualquier cosa que estuvi