¡Lo pasé bomba en mi pijama Party! y debo confesar que no tenía ninguna gana de volver a mi casa ¿la verdad? es más entretenido vivir rodeada de niños que corren de un lado para otro, que convivir con un par de viejas lateras y que ya me conozco de memoria.
El viernes partí a alojar con mi mamá a Santiago y luego de un viaje relativamente corto, llegamos a la casa de la Mila como a las 4 de la tarde. Durante el camino me porté bien; me fui tranquila en el asiento de atrás escuchando lo que la abuela y la Conqui iban conversando, a veces metía la cuchara y soltaba un miau participativo para que no se fueran a olvidar de mí. Nos demoramos poco, algo memos de hora y media ¡nada que ver con el viaje desde Puerto Varas a Viña! y entre subidas y bajadas del camino se hizo de noche y de día dos veces: según la Conqui no es que se escondiera el sol y volviera a salir, si no que entramos a unas cosas que se llaman túneles y sirven para acortar camino… ¡podrían hacer un túnel para demorarse menos a Puerto Varas!
De Santiago no tengo mucho que decir la verdad, salvo que es muy grande, hay muchos autos y un olor a motor que se te pega en la piel, como será que ayer me pasé todo el día limpiándome para quitarme la sensación de gris pegote con que llegué de vuelta a la casa. Eso sería lo único que no me gustó de mi viaje a Santiago, porque de que lo pase bien ¡lo pasé muy bien! empezando porque conocí el colegio de mis primas chicas ¡yo nunca había estado en un colegio! sabía lo que eran porque la Mila me había contado, pero confieso que no le creí mucho cuando me dijo que ahí se juntaban montones de niños ¡salían por todas partes! aparecían saltando como lauchitas de todos los rincones ¿y saben qué? yo era la única gatita que había ido a buscar niños al colegio, y confieso que me gustó esa sensación de exclusividad.
Después de recoger a las niñitas en el colegio, nos fuimos para la casa de la Mila; es bien bonita debo decir, grande muy grande, con harto lugar donde esconderse y mucha cosa entretenida para oler. Tiene un jardín inmenso lleno de arbolitos ¡el sueño de cualquier gatito! Un desperdicio que la Mila no tenga uñitas para subirse a ellos, como dice mi mamá “Dios le da pan a quién no tiene dientes”… aunque no entiendo mucho qué quiere decir eso porque la Mila sí tiene dientes.
Con la Conqui nos instalamos en la pieza de la Patty. Podría decir muchas cosas de esa pieza, pero mi mamá me dijo que la ropa sucia se lavaba en casa y que ni se me ocurriera andar ventilando intimidades, pero yo no tengo calzones sucios así que no voy a lavar nada, y si de ventilar intimidades se trata la Patty lo hace de lo mas bien solita porque en su pieza los calzones y corpiños se guardan arriba de las mesas y sillas en vez de en el closet como hace mi mama... que raro ¿no? ¿porqué será? En todo caso, bien entretenida la pieza, estaba llena de cajas y papeles revueltos, así que había harto dónde esconderse.
Después de controlar la pieza, con mi mamá y la Mila salimos a recorrer toda la casa; la Conqui me llevaba en brazos y la Mila iba delante nuestro con su cola de bandera haciendo de guía, y fue muy bueno el tour porque así me pude hacer una idea rápida de dónde estaba cosa de, después, poder recorrer con calma los lugares que más llamaron mi atención, como por ejemplo, la pieza de la ahijada de mi mamá. Me gusta ella, dice que no le gustan los gatitos, pero me tinca que no es verdad (iba a decir que es mentira, pero mi mamá dice que mentira no se dice), porque en su pieza tiene unos libros que se llaman Gaturro y un gatito es el protagonista. Y si eso fuera poco, yo me instalé en su pieza y me subí a su cama, y ella rascó mi pancita y detrás de mi orejita ¡fue tan rico! es linda la Francisca, debe ser porque es ahijada de mi mamá y eso vendría a ser algo así como una semi hija y si es hija de la Conqui, es hermanita mía así que es preciosa igual que yo.
En la noche mi mamá durmió en una cosa que se llama saco de dormir y vendría a ser una cama enrollable, yo dormí con ella (obvio) ¿y saben quien más durmió con nosotras? ¡la Mila! Dormimos las tres juntas en la cama: mi mama al medio, yo entre sus piernas y la Mila a un ladito. Debo decir que eso fue lo que menos me gustó del pijama party porque la Mila ronca y se tira unos punes bien hediondos, así que mientras ella dormía a pata suelta echando aire por arriba y por abajo, mi mamá me explicaba lo que eran las cámaras de gas. Después de un rato nos bajó el sueño y nos dormimos hasta el día siguiente dónde ocurrió algo que me hizo comprender la fetidez de mi prima…
En la mañana me levanté directo al baño, hice lo que tenía que hacer y volví a acostarme con la Conqui. No pasaron ni cinco minutos que la Mila también se levantó y se fue a revisar mi cantorita y parece que algo se anduvo robando porque cuando mi mamá se levantó y fue a limpiar mi arenita como todas la mañanas ¡no había nada! El puf puf que yo había hecho, había desaparecido ¿lo pueden creer? No me atrevo a acusar a nadie porque pruebas concretas no tengo, pero sí me tinca que la Mila tuvo algo que ver con la desaparición de mis lulos, y eso explicaría la hediondez de sus punes ¿o no?
Entretenido mi viaje a Santiago, entretenida la casa de la Mila, como será que ni tiempo tuve de jugar con los juguetes que había llevado por si me lateaba, y tampoco me pinté las uñitas de rojo como tenía ganas de hacer ¿saben qué? parece que voy a tener que volver…