Después de la lluvia, muchas hojitas y ramas cayeron al jardín, así que hoy, aprovechando el sol, la Conqui se puso a limpiar y ordenar: barrió hojas, cortó ramas ¡y se subió a mi árbol! claro que ella no tiene mi agilidad y mucho menos mis garras para afirmarse al tronco e impulsarse ramas arriba, así que usó una escalera, y hoy descubrí finalmente para servían ese par de palos largos con unos travesaños atravesados que, al menos hasta esta tarde, sólo había visto que los usaban para decorar la pared de la bodega. Confieso que no le había prestado mayor atención a la escalera, a lo más un par de oliscadas ociosas cuando ando con ganas de hacer rabiar a mi abuela o a mi mamá, como una forma de hacer hora demorando mi entrada a la casa cuando alguna de las dos me llama… Ya saben ¿verdad? los gatitos hacemos caso cuando queremos nosotros, y si obedecemos, lo hacemos de manera tal que no se nota que estamos obedeciendo.
Pero retomo el tema: hoy descubrí la utilidad de las escaleras, o al menos descubrí para qué usa mi mamá la que está en nuestra bodega: sirve para que la Conqui se pueda subir a mi árbol ¿lo pueden creer? Yo no lo hice fuuuuu como le hago a otros cuando los veo cerca de mi sauce porque ella es mi mamá, aunque debo decir que se veía bien rara trepada entre sus ramas; yo no sé si ella es muy grande o mi árbol muy chico, pero parecía que en cualquier momento se podía venir abajo con ramas y todo, así que me puse a una distancia prudente para que no me aplastara si se llegaba a caer.
En todo caso, el que mi mamá se haya subido a poner orden en mi sauce tuvo una cosa buena y una cosa mala:
Lo malo, es que medio en broma medio en serio me estuvo molestando porque descubrió que tengo algunas ramas del árbol marcadas con mis arañazos de tanto subir y bajar para controlar mi muro ¡y más encima se lo contó a mi abuela!; “mamá”, le dijo, “la Melí tiene todo el árbol arañado con tanto trajín que se trae ¿lo puede creer?”… ¡Hellooooo! No hay nada raro, los gatitos tenemos uñas, por eso no necesitamos escaleras para subir y bajar como otras… Esa es la idea: engancharse al tronco con las garras e impulsarse hacía arriba (si es de bajada, nos frenamos), esa es la mecánica y esa es la razón que nunca NUNCA hay que cortarle las uñas a un gatito, y mucho menos arrancárselas de cuajo como he sabido por ahí que algunos humanos hacen con sus gatitos ¡malos! Por suerte mi mamá jamás me ha tocado las uñas.
Lo bueno, es que cortó unas ramas que me molestaban para subir y bajar yo ¡linda mi mamá!, cuando se bajó yo enseguida me trepé árbol arriba y le mostré una rama que le había faltado frotando mi cabecita contra ella ¿y saben qué? mi mamá volvió a poner la escalera, se trepó de nuevo y ¡zas! la rama molestosa desapareció; quedé tan contenta que subí y bajé tres veces seguidas del sauce mientras mi mamá terminaba de recoger las hojitas que quedaban en el suelo.