Ir al contenido principal

Hoy salí solita

Anoche dormí toooda la noche abrazada al cuello de mi mamá, y fue bueno porque despertó súper simpática y cariñosa; como será, que no me ha retado en todo el día, y eso que a la hora de almuerzo salí a pasear solita y sin pedirle permiso.

En la mañana la estuve ayudando a cambiar la arena de mi cantora y después vigilé que tendiera bien la ropa recién lavada; cuando terminó con eso se puso a lavar lechuga, y yo me quedé sentada en una esquina del mesón mirando cómo lo hacía para aprender hacerlo (por suerte mi abuela no estaba porque nos habría retado). Cuando terminó en la cocina, nos fuimos a su pieza y me eché arriba de la impresora mientras ella revisaba mails y hacía las típicas tonteras que hace siempre en el computador (leer diarios y eso). Estábamos en eso cuando de repente escuché unos maullidos que no eran míos, y al mirar por la ventana vi a  la gata pesada que me pegó ayer paseando por el borde del muro ¡como si fuera de ella! me costó tanto no hacerle fuuuu. La Conqui también la vio, pero se hizo la loca creyendo que yo no la había visto así que las dos seguimos como si nada: ella en su computador y yo haciéndome la dormida. En eso estábamos cuando sentí la llave en la puerta de calle, y corrí a saludar a mi abuela que venía llegando de sus trámites mañaneros con la idea de colarme entre sus piernas y salir a corretear a la gata pesada, pero la vieja resultó más rápida que yo y no me resultó la movida así que tuve que idear otra cosa…

Como ya conozco sus hábitos (los humanos son bastante predecibles una vez que conoces sus horarios), sabía que madre y abuela se iban a meter en la cocina a preparar almuerzo, y que no estarían pendientes de mí o de lo que yo estuviera haciendo en el jardín, así que pedí que me abrieran la puerta y salí de cola bien parada con mi mejor cara de gatita inocente a mordisquear el pasto. Cuando la Conqui vio que yo olía una ramita por allá y otra por acá y no miraba el árbol, se fue de lo más tranquila para la cocina a ayudar a la vieja más vieja a preparar el almuerzo. Esa era la oportunidad que estaba esperando para escaparme. Como un celaje me trepé por el tronco del árbol y en menos de un pestañeo estaba en lo alto del muro; miré al jardín a ver si mi mamá se había dado cuenta de algo ¡y nada! seguía adentro de la casa revolviendo lentejas: era libre. Salté al estacionamiento del vecino buscando a la gata pesada, ahí estuve oliendo distintos rastros durante un buen rato sin lograr encontrarla. Pero claro, todo lo bueno termina y cuando no habían pasado ni 15 minutos escuché a la Conqui llamándome, y como soy gatita linda y obediente (no como alguna prima mía) enseguida volví a treparme al muro para volver y de ahí al árbol y de un salto aterricé de vuelta en el jardín. Como una dama.

¿Algo gracioso? La Conqui había salido a buscarme al estacionamiento del vecino, y como vive justo detrás de nosotros le tocó darse toda la vuelta a la manzana y antes de que llegará a dónde estaba yo, yo ya había llegado de vuelta a la casa!!!! Está bien, así camina un poco, la verdad es que se ha puesto medio floja desde que llegamos a Viña del Mar, en Puerto Varas caminaba harto más que acá.

Entradas populares de este blog

"Ser animado racional, Varón o mujer"

Ayer me dijeron que yo nunca mencionaba a los hombres y que siempre hablaba de mi mamá, mi abuela, mi tía y mis primas, todas mujeres. También me dijeron que lo más cercano que yo había estado de hablar de algún espécimen de sexo masculino, había sido cuando comentaba las tonteras que hacía el Manchi. Al principio como que me dio lo mismo la pregunta porque no entendí de qué me estaban hablando, pero igual me quedó dando vueltas y pensando en todos los humanos que conozco y con los cuales he convivido en mayor o menor grado, me di cuenta que no conozco a ningún hombre; es decir, tengo una idea de como son porque he visto algunos a la pasada, como los señores que le ponían bencina al auto con una manguerita cuando nos vinimos con mi mamá del sur o el caballero que cortaba el pasto en la casa, pero eso sería todo. Como siempre que algo despierta mi curiosidad, le pregunté a mi mamá sobre el tema pero parece que no me entendió porque se quedó muda, aunque confieso que me tinca prefirió ha...

Maniobra de Heimlich

Lo confieso: he estado ociosa los últimos días, pero tengo una excusa muy buena, y es que… naaaaa, no tengo excusa posible; me podría inventar alguna, pero si algo me ha enseñado mi mamá es que mentir es malo y que uno siempre debe asumir la consecuencia de sus actos, sobre todo cuando ha metido la pata, y ella sí que sabe de meter la pata ¡si yo les contara! ¿Saben cuál fue la última? ¡Ponerle demasiado peperoncciono a la carbonada! Vieran como tosía mi abuela cuando la probó por primera vez… ¡Cof! ¡Cof! ¡Cof! hacía la pobre vieja mientras los ojitos se le ponían brillantes tratando de retar a mi mamá por lo picante de la comida. Cómo sería el escándalo que yo estaba en el cerro e igual escuché todo el barullo y volví corriendo a la casa para ver que estaba pasando y si podía ayudar en algo, no sé, tal vez haciéndole la maniobra de Heimlich a la veterana ¡y no se rían! es tan flaquita la señora que estoy segura que si agarro vuelo y salto sobre sus pulmones, cualquier cosa que estuvi...

El Manchi (y el sexo)

El Manchi es una especie de hermano que tengo yo. La Conqui dice que es “allegado” porque no es de ella si no que de los dueños del sitio dónde ella arrienda cabaña. Siempre me cuenta, muerta de la risa, que lo primero que le dijeron al arrendar, es que el gato estaba para cazar ratones y que no lo dejara entrar a la casa y mucho menos le diera comida. Ella, lo primero que hizo el día que llegó fue dejar entrar al Manchi cuando él llegó a controlar quién había invadido su territorio; y lo segundo, fue darle de comer cuando quiso quitarle la hallulla que ella se estaba comiendo. Esa noche el Manchi durmió sobre la cama nueva de la Conqui y al día siguiente tenía platito de Hello Kitty para la cómica y el agua y una enorme bolsa de comida a su completa disposición Lo del platito de Hello Kitty puede ser algo femenino para un macho recio, pero les voy a contar una copucha: hasta que llegué yo la Conqui pensaba que él, era ella. Así mismito. Como no le colgaba ningún adorno al pobre animal...