No sé a ustedes, pero a mi a veces me pasa que hay días en que me despierto sin ganas de despertar; días en que miro a mi mamá con cara de “no te levantes y abrázame”, mientras me pongo a ronronear para adormecerla nuevamente; días en que me acomodo en el hueco de su brazo moviendo mis manitos como amasando, tal vez recordando cuando era recién nacida y estaba con mi mamá gatuna… cuando yo hago eso, la Conqui sabe que quiero que me mimen, que quiero estar ahí, tranquila, calentita, feliz… Hoy, no fue uno de esos días.
Esta mañana amanecí temprano, con ganas de jugar, comer, saltar… tal vez fue el temblor que me me puso nerviosa, no lo sé, sólo sé que quería despertar a mi mamá, así que todo lo que contaba en el párrafo anterior, fue justamente lo que hoy no hice. Al contrario, traté por todos los medios de sacar a mi mamá de la cama lo más temprano que se pudiera para que me diera comidita y jugara conmigo porque estaba aburrida.
En hora de humanos, debo haber empezado a lesear tipo 06:00 de la mañana. Mi primera opción fue pescar una pelotita que siempre ignoro por aburrida, pero que en esta ocasión me vino como anillo al dedo porque tiene una campanita adentro, así que cada vez que la manoteaba se acercaba rodando a la cama de mi mamá haciendo clinc clic clic. A la tercera ida y venida de la pelotita entre su cama y mis zarpas, la Conqui hizo el primer intento de silenciarme con una especie de bufido que yo traduje como “Melí duérmete”, pero que ignoré; total, ella no tenía como saber si yo había comprendido o no su jerigonza.
Cuando me aburrí de jugar con la pelotita, quise meterme al closet pero estaba la puerta cerrada; como es corredera (la puerta), empecé a tratar de correrla con mis manitos o, en su defecto, hacer el ruido suficiente con mis uñas contra la madera para que la Conqui se levantara a abrirme, me diera de comer o jugara conmigo, cualquiera de las tres alternativas me parecía bien y las tres juntas habría sido como ganarse la lotería, lamentablemente lo único que conseguí fue otro “duérmete Melí” con un tonto antipático que no me gustó para nada, así que me puse a arañar la puerta con más fuerza para vengarme ¡a mi nadie me dice lo que debo hacer! Para más de alguien eso de arañar la puerta no sea una gran venganza, pero en mi caso debo decir que con eso conseguí que prendiera la luz, me mirara con cara de enojada y se levantara para abrirme la puerta… 1 de 3 no está mal. Después de unos 10 minutos, y una vez que hube revisado bien ese lado del closet, quise ir a ver qué pasaba al otro lado, con la otra puerta, y si creen que la escena de los arañazos en la madera, los retos y el resto de la historia se repitió, debo decirles que tienen razón, eso sí, esta vez logré que mi mamá se levantara a abrirme la puerta del closet en sólo 2 minutos en vez de los 10 que se había demorado la primera vez (confieso que me gusta eso de batir mis propios récords… haber si esta noche logro bajar del minuto y medio, sería toda una proeza porque la Conqui es de sueño pesado).
Entre pitos y flautas, ya eran las 06:30 de la mañana y escuché movimiento en la pieza de mi abuela, y como con mi mamá no me estaba yendo muy bien en eso de lograr que se levantar y bajara a darme de comer, me fui a ver si con la viejuja me iba mejor. Con ella cambié de táctica porque sacarla de la cama es fácil, ella es madrugadora así que el desafío era lograr que se quedara en la cama ¿adivinan qué hice? ¡bingo! salté sobre su cama con cara de “no te levantes y abrázame”, me puse a ronronear mientras la miraba con mis ojitos de gatita linda, y me acomodé en el hueco de su brazo moviendo mis manitos como amasando… Ya se imaginarán el resultado: una buena media hora de mimos y caricias rematados con un platito lleno de crunchi crunchis ¿qué mejor manera de empezar el día?
Esta mañana amanecí temprano, con ganas de jugar, comer, saltar… tal vez fue el temblor que me me puso nerviosa, no lo sé, sólo sé que quería despertar a mi mamá, así que todo lo que contaba en el párrafo anterior, fue justamente lo que hoy no hice. Al contrario, traté por todos los medios de sacar a mi mamá de la cama lo más temprano que se pudiera para que me diera comidita y jugara conmigo porque estaba aburrida.
En hora de humanos, debo haber empezado a lesear tipo 06:00 de la mañana. Mi primera opción fue pescar una pelotita que siempre ignoro por aburrida, pero que en esta ocasión me vino como anillo al dedo porque tiene una campanita adentro, así que cada vez que la manoteaba se acercaba rodando a la cama de mi mamá haciendo clinc clic clic. A la tercera ida y venida de la pelotita entre su cama y mis zarpas, la Conqui hizo el primer intento de silenciarme con una especie de bufido que yo traduje como “Melí duérmete”, pero que ignoré; total, ella no tenía como saber si yo había comprendido o no su jerigonza.
Cuando me aburrí de jugar con la pelotita, quise meterme al closet pero estaba la puerta cerrada; como es corredera (la puerta), empecé a tratar de correrla con mis manitos o, en su defecto, hacer el ruido suficiente con mis uñas contra la madera para que la Conqui se levantara a abrirme, me diera de comer o jugara conmigo, cualquiera de las tres alternativas me parecía bien y las tres juntas habría sido como ganarse la lotería, lamentablemente lo único que conseguí fue otro “duérmete Melí” con un tonto antipático que no me gustó para nada, así que me puse a arañar la puerta con más fuerza para vengarme ¡a mi nadie me dice lo que debo hacer! Para más de alguien eso de arañar la puerta no sea una gran venganza, pero en mi caso debo decir que con eso conseguí que prendiera la luz, me mirara con cara de enojada y se levantara para abrirme la puerta… 1 de 3 no está mal. Después de unos 10 minutos, y una vez que hube revisado bien ese lado del closet, quise ir a ver qué pasaba al otro lado, con la otra puerta, y si creen que la escena de los arañazos en la madera, los retos y el resto de la historia se repitió, debo decirles que tienen razón, eso sí, esta vez logré que mi mamá se levantara a abrirme la puerta del closet en sólo 2 minutos en vez de los 10 que se había demorado la primera vez (confieso que me gusta eso de batir mis propios récords… haber si esta noche logro bajar del minuto y medio, sería toda una proeza porque la Conqui es de sueño pesado).
Entre pitos y flautas, ya eran las 06:30 de la mañana y escuché movimiento en la pieza de mi abuela, y como con mi mamá no me estaba yendo muy bien en eso de lograr que se levantar y bajara a darme de comer, me fui a ver si con la viejuja me iba mejor. Con ella cambié de táctica porque sacarla de la cama es fácil, ella es madrugadora así que el desafío era lograr que se quedara en la cama ¿adivinan qué hice? ¡bingo! salté sobre su cama con cara de “no te levantes y abrázame”, me puse a ronronear mientras la miraba con mis ojitos de gatita linda, y me acomodé en el hueco de su brazo moviendo mis manitos como amasando… Ya se imaginarán el resultado: una buena media hora de mimos y caricias rematados con un platito lleno de crunchi crunchis ¿qué mejor manera de empezar el día?