Mi mamá está convencida que va a publicar un libro, así que todos los días se sienta delante de su computador mirando la pantalla por horas con la misma cara que pongo yo cuando me siento a en el jardín a cazar musarañas; muchas veces, cuando lleva una hora larga sin teclear nada, agarra un diccionario y se pone a dar vueltas sus páginas la muy ociosa. Ella dice que busca palabras, yo digo que pierde el tiempo, pero sin importar lo que digamos ella o yo, en una asunto estamos de acuerdo… ¡pucha que inventan cosas raras los humanos! No puedo dejar de preguntarme quién habrá sido el ocioso que tuvo la idea del diccionario, debe haber sido una persona bien peculiar porque mira que ponerse a buscar y reunir palabras que no conocía… ¡eso sí es ser ocioso!
La primera vez que vi a mi mamá jugar con el diccionario, me senté a su lado con cara de pregunta, y antes de que yo dijera un sólo miau, ella solita me empezó a explicar que en ese libro aparecía el significado de todas las palabras, y que cuando uno desconocía lo que quería decir alguna, lo buscaba ahí. ¿Saben? ¡Me emocioné entera! ¿De verdad estaban todas TODAS las palabras? ¿Qué diría de mi el diccionario? En seguida me puse a buscar “Melí” para ver que decía de mí… nada ¡NADA! ¿Lo pueden creer? Nada. Increíble como una gatita puede pasar de la ilusión completa a la desilusión total porque mi mamá por primera vez me había mentido, en el diccionario no estaba el significado de todas las palabras.
Estaba triste, seguí buscando palabras y debo confesar que algo me consolé al ver que tampoco aparecía ni una letra para “Conqui” o “Mila” ¡me muero si hubiera salido alguna de ellas y no yo! Decidí probar suerte con “gato” y busqué a ver que decía de mis congéneres ¿y saben qué? la persona que escribió eso no tiene ni idea de gatos… bue, algo sabe y al menos tiene claro que nos gustan los ratones, pero aparte de eso ¡pura paja! Y alguna que otra palabra rara como “digitígrado” para definir lo que somos los gatitos… ¡Hello! Yo soy gato ¡y no tengo puñetera idea qué es eso de digitígrado! Justo cuando iba a preguntarle a mi mamá que significaba la palabreja esa, se me ocurrió buscarla en el diccionario ¿y saben qué? ¡funcionó! Según ese libro que colecciona palabras, son digitígrados los animales que al andar sólo apoyan los dedos, y es cierto, los gatitos –igual que los perros– al caminar sólo cargamos el peso en nuestros dedos… ¡me siento tan culta habiendo aprendido una palabra nueva! Digitígrados, digitígrados, digitígrados… ¡parece trabalenguas!
Bue… volvamos a la definición de gato: el diccionario dice que tenemos la cabeza redonda, las patas cortas, la lengua áspera, pelo espeso y somos de color blanco, gris, pardo, rojizo o negro… ¿alguien me consigue la dirección de los fabricantes de diccionario para mandarles un mail aclarando algunas cositas? Para empezar yo no tengo la cabeza redonda, redonda es una pelota ¡pero no mi cabeza! ¿Patas cortas? Ok, reconozco que mis patitas no son precisamente largas pero de ahí a llamarlas cortas hay un buen trecho, patas cortas son las de un cien pies, por ejemplo ¿Lengua áspera? Mmmm eeehhh mmmm ok, sí, tengo la lengua áspera, punto para los señores ¿Color de pelo? ¡Ahí sí que estamos mal! Yo no soy ni blanca, ni gris, ni parda, ni rojiza ni negra ¡yo soy romana! ¿Qué ese no es un color? ¡Claro que lo es! Basta ver mi hermoso pelaje para darse cuenta que no se puede encasillar en ninguna tonalidad con las que pretenden definir a los gatitos.
¿La verdad? no entiendo esa manía de los seres humanos de tener una palabra para cada cosa, todo bien cuadradito, bien etiquetado, como si les diera miedo un poco de desorden… ¡libérense humanos! Aprendan de nosotros los gatos que sin saber cómo se llama nuestra forma de caminar (digitígrados), fluimos por la vida elegantemente.