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Gata cocinera

Me voy a volver gatita cibernética con tanta cosa que me enseña mi mamá ¿saben la última? ¡aprendí a pescar sobre vidrio! y lo hago súper bien, en menos de 1 minuto y medio agarro 9 pescaditos, lo único malo es que salen de no sé dónde y desaparecen bajo mis garras como por arte de magia ¡increíble! por más que busco y busco aún no logro hincarle el diente a ninguno, pero ya lo lograré. La parte dome haber aprendido a pescard es que las dos humanas que viven conmigo me ven manoteando la superficie lisa de dónde salen, y les baja ataque de risa… No logro entender que les hace tanta gracia, parecen tontas sus risitas además de que es mala educación reírse de las gatitas inocentes ¡más aún cuando no cuentan el chiste! No importa, ya llegará mi turno de ser yo quién se reía de ellas cuando les llegue reto por las tonteras que hacen, porque de que las van a retar ¡las van a retar! digo, nunca tan perfectas para que hagan todo bien y sólo reciban felicitaciones ¿o no? y cuando ese día llegue ahí estaré yo sentada en primera fila, moviendo mi cola ansiosa, lista para reír a carcajadas cuando les digan “son unas inmaduras” y ellas pongan cara de circunstancias todas compungidas…Recuerden, no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague.

Las cosas domésticas han caminado bien. Ayer cociné albóndigas con mi abuela y nos quedaron bien ricas. Estoy segura que fue por el toque especial que les di cuando la viejuja salió de la cocina para contestar el teléfono y yo me quedé sola con la carne molida: nada como un par de mordisquitos de gatita linda para darle ese toque justo de sazón a la carne de pavo; desgraciadamente mi abuela llegó justo cuando estaba en eso, y sólo pude morderla una vez antes de que me pegara un grito y me bajara de un plumazo del mesón. ¿Saben? estoy segura que si hubiera tenido tiempo de mordisquear la carne otro poco, las albóndigas habrían quedado aún más sabrosas. Secreto de gatita cocinera.

Hablando de comida ¿saben que los pollos son enorme? ayer mi abuela fue al supermercado y trajo una caja grande con carne de pollo y cuando la miré con cara de pregunta me dijo que era una pechuga entera de pollo ¡y era casi tan grande como yo! ¿se imaginan el porte de ese pájaro! ¡enorme! no sé si me atrevería a cazarlo, capaz que me hiciera algo si me logra agarrar a picotazos… ¡que susto! parece que el pollo mejor me lo como muerto antes que vivo, digo, gatita que arranca sirve para otra guerra ¿o no?

 
Ahí sí que estamos mal... ¡con mis crunchi crunchi no se mete nadie!

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Ayer me dijeron que yo nunca mencionaba a los hombres y que siempre hablaba de mi mamá, mi abuela, mi tía y mis primas, todas mujeres. También me dijeron que lo más cercano que yo había estado de hablar de algún espécimen de sexo masculino, había sido cuando comentaba las tonteras que hacía el Manchi. Al principio como que me dio lo mismo la pregunta porque no entendí de qué me estaban hablando, pero igual me quedó dando vueltas y pensando en todos los humanos que conozco y con los cuales he convivido en mayor o menor grado, me di cuenta que no conozco a ningún hombre; es decir, tengo una idea de como son porque he visto algunos a la pasada, como los señores que le ponían bencina al auto con una manguerita cuando nos vinimos con mi mamá del sur o el caballero que cortaba el pasto en la casa, pero eso sería todo. Como siempre que algo despierta mi curiosidad, le pregunté a mi mamá sobre el tema pero parece que no me entendió porque se quedó muda, aunque confieso que me tinca prefirió ha

Maniobra de Heimlich

Lo confieso: he estado ociosa los últimos días, pero tengo una excusa muy buena, y es que… naaaaa, no tengo excusa posible; me podría inventar alguna, pero si algo me ha enseñado mi mamá es que mentir es malo y que uno siempre debe asumir la consecuencia de sus actos, sobre todo cuando ha metido la pata, y ella sí que sabe de meter la pata ¡si yo les contara! ¿Saben cuál fue la última? ¡Ponerle demasiado peperoncciono a la carbonada! Vieran como tosía mi abuela cuando la probó por primera vez… ¡Cof! ¡Cof! ¡Cof! hacía la pobre vieja mientras los ojitos se le ponían brillantes tratando de retar a mi mamá por lo picante de la comida. Cómo sería el escándalo que yo estaba en el cerro e igual escuché todo el barullo y volví corriendo a la casa para ver que estaba pasando y si podía ayudar en algo, no sé, tal vez haciéndole la maniobra de Heimlich a la veterana ¡y no se rían! es tan flaquita la señora que estoy segura que si agarro vuelo y salto sobre sus pulmones, cualquier cosa que estuvi

Hoy aprendí una palabra nueva

¡Ayer en la tarde quedó la cagada! El Manchi se fue de reto bien retado. Resulta que la Conqui tenía un frasco con un mix de las flores de Bach que mi abuela le había preparado (parece que la vieja es medio bruja), y al tarado del Manchi le dio por jugar con la brujería esa. La Conqui le dijo dos veces “no”, a la tercera escondió el envase dentro de uno de los tazones del café que tiene colgando en la cocina, y el tarado del flacuchento ese, de alguna forma pilló las gotitas, sacó el frasco con su mano y ¡crash! en viaje directo al suelo… Empezaron los gritos ¡y qué gritos! ¡y que palabras! Hubo varias que busqué en el diccionario, pero la única que pillé fue “huevón” , y eso se lo dijo más de una vez antes de agarrarlo del pellejo, tirarlo para el jardín, y cerrar la puerta tan fuerte que los vidrios temblaron. Yo me asusté al menos los primeros 3 minutos, después me dio risa ver al Manchi en apuros… ¡una vez más! Según la Conqui que la luna le debe afectar el carácter, y como ayer fu