Para que les voy a decir una cosa por otra… ¡con razón los martes 13 tienen mala fama! hace mucho tiempo que no tenía un disgusto como el que tuve hoy ¡y por partida triple! ¿saben lo que me hizo mi mamá? ¡me llevó al doctor! Imagínense, en menos de 15 minutos me vacunaron, me hicieron tragar una pastilla ¡y me pesaron! La pastilla era para prevenir los gusanitos (antiparasitario que se llama) y entre el doctor y mi mamá me inmovilizaron y tuve cero oportunidad de pataleo; mientras la Conqui me sujetaba las manitos, el veterinario (así se llama mi doctor) me abrió el hocico con una mano mientras que con la otra me metió la pastilla hasta el fondo de mi garganta ayudado con una pinza larga, para rematar eso, me cerró la boca sin dejarme abrirla mientras masajeaba mi cuello ¿quién puede escupir un remedio así? ¡nadie! no me quedó más opción que tragármela.
La segunda parte de mi nefasto día, fue por culpa de las noticias: resulta que andan todos los periodistas revueltos con no sé qué cosa de la rabia, y mi mamá decretó vacunarme para ahorrarse problemas porque no quiere que me maten si muerdo o pico con mis uñitas a algún antipático. Según ella hay gente mala que se puede enojar mucho si yo les hago algo, y que lo mejor es tener un papel dónde salga que me pusieron pica pica contra la rabia, cosa que si se ponen“weones” (así dice ella) les muestra el certificado de que yo estoy vacunada contra la rabia y dejan de “joder” (eso también lo dice ella porque cuando se enoja se pone mal hablada por mucho que mi abuela la rete). En todo caso, parece que eso de la vacuna contra la rabia no me hizo mucho efecto porque después de que me la pusieron igual me dio rabia, me enojé mucho MUCHO ¿cómo se les ocurre ponerme pica pica en el lomo? ¡me dolió! pero claro, como soy gatita valiente y bien enseñada no dije ni un miau cortito, y puse mi mejor cara de “aquí no pasa nada”. Las tonteras que se les ocurren a los humanos, mira que inventar vacunas contra la rabia cuando lo más fácil es tomarse las cosas con humor para no andar enojado por la vida…
La tercera humillación, la de los kilos, voy a resumirla en un ¡me quieren dan crunchi crunchis de dieta! Mi mamá, ahora coludid con el veterinario y no conforme con quitarme el ñam ñam y contarme los crunchi crunchis ¡ahora quiere que coma “light”! ¿Se dan cuenta? por suerte tengo a mi abuelita que es fácil de convencer: cada vez que le pongo ojitos de linda y me tiro panza arriba en la cocina, abre el refrigerador para cazar un pedazo de pollo y dármelo ¡linda ella! Ya va a ver mi mamá lo que hago con sus crunchi crunchis light ¡que se los coma ella si quiere! yo no pienso ¡no! ¡no! y ¡no!
Maldito martes 13, con razón la mala fama ¡y que conste que no es culpa de los gatos como creen algunos humanos! ya ven que a nosotros también nos pasan cosas malas en este día...