Ayer en la tarde, cuando oscurecía, salimos de cacería con la Conqui y no cazamos nada. Ya son varias noches en que “algo” se pone a raspar la pared de la cabaña, y mi mamá anda con la tincada de que es un ratón que se metió por algún lado y ahora no puede salir, así que decidió salir a buscarlo apenas lo escuchó moverse al otro lado de las tablas. Agarró su linterna y me llamó “Melí, ven, vamos a buscarte un juguete”, y yo feliz partí detrás de ella con mi cola bien parada. Entramos a la lavandería que comparte muro con mi casa, y ahí vimos unas vigas de pino sin cepillar que parecían mordidas, y un par de tablas corridas que dejaban un hueco por el que se podía entrar al sandwich que se forma entre una habitación y otra. La Conqui tuvo que mover hartas cosas porque además de lavandería, la pieza de al lado es usada como bodega, y mientras ella acarreaba cosas yo me metí por debajo de una silla y llegué a revisar el agujero primero: no vi nada, sólo pedacitos de madera y nuestra pared
(Diario de una gata)