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2 tipos de visita

Tarde intensa la de hoy día, tan intensa que tuve dos tipos de visitas: las deseables y las indeseables. Tengo claro que eso de indeseables suena un poco fuerte, pero hoy a algunas se les pasó la mano,  aunque en vez de acusarlas tal vez debería aprender de mi mamá: ella siempre dice que hay que ser tolerante y muy paciente con los que son menos inteligentes que uno, y quererlos por sobre todas las cosas… bue, al menos en lo de querer yo estoy bien porque las quiero mucho, aunque hoy ande un poco justa de paciencia por todas las maldades que hicieron...

Después de almuerzo llegó mi tía con las niñitas y la Mila (sí, la border borde), y además de llegar con perra vestida con capita de princesa que yo no tengo –y tampoco quiero– se aprovecharon que yo soy chica y la Conqui no estaba en la casa para ignorarme y hacer maldades en la pieza ¡y eso no se hace! Aprovecharse de una gatita sola, sin su mamá, es abuso infantil ¿porque no hacen las mismas tonteras cuando está mi mamá? seguro que no se atreven porque les da miedo, saben que la Conqui se enojaría feo ¡cobardes!. ¿Saben que fue lo primero que hizo la vieja gritona de mi tia? encerrarse en mi pieza (y la de mi mamá) con la excusa de regalonear conmigo, pero en vez de hacerme cariño y contemplarme como corresponde, me sacó de la cama y me tiró al suelo y por más que yo la miré feo, se puso a desarmar la cama de mi mamá y le hizo sabanitas cortas, y no crean que la cosa terminó ahí, no señores, además de eso ¡escondió mi caja en el closet! ¿¡se dan cuenta?! vieja parqueada, me pregunto yo que habrá almorzado para hacer tanta tontera, o a lo mejor no almorzó y fue culpa del hambre porque hay que ser bien lesa para que la mente sólo te alcance a tener esas ideas tan básica. Digo yo, si quieres hacerle una broma a alguien trata de inventar algo más novedoso que las sabanitas cortas por que eso es como de 2º básico; como será, que cuando mi mamá llegó de la oficina enseguida se dio cuenta de lo que había pasado al ver la cama movida, y si eso no hubiera bastado mi tía es tan, pero tan –ponga Ud. aquí la palabra que prefiera– que no se aguantó la curiosidad y llamó a mi mamá por teléfono para darle “pistas”… Vieja inmadura, no pensó en la otra pobre que venía cansada y resfriada de la oficina, y tuvo que ponerse a hacer la cama de nuevo para poder dormir bien en la noche. A mi me habría gustado ahorrarle el trabajo de rehacer la cama a mi mamá, pero por más que tiré de la colcha con mis dientes no logré moverla, mucho menos pude dar vuelta sábanas y todo eso, así que tuvo que hacerlo ella solita. Eso sí, al menos le pude ahorrar el disgusto de la caja escondida porque como yo vi dónde la habían metido, pude sacarla antes de que ella llegara de la oficina. Cuando la primera tanda de visitas se fue (perra incluida) abrí la puerta del closet con mi manito y pesqué una esquina de la caja con mis dientes, y la llevé arrastrando al mismo lugar dónde mi mamá la pone siempre, así que ella ni supo que me habían torturado escondiendo mi caja.

La segunda tanda de visita fue mi preferida porque además de venir sin perrito ¡me trajeron regalo! dos bolsitas de ñam ñam y un platito precioso para mi comida. No se imaginan mi sorpresa primero y felicidad después, ojalá todas las visitas fueran iguales; como será lo contenta que me puse que me acosté en el suelo panza arriba para que me pudieran acariciar ¡linda la prima de mi mamá! y linda su hija también, y más lindas aún porque cuando mi mamá llegó de la oficina y entró a la casa y me saludó a mi primero, ellas no reclamaron. Lo de reclamar lo digo porque hay humanos que vaya a saber uno qué tienen en la cabeza, les parece pésimo cuando alguien le presta más atención a un animalito que a ellos ¡locos!

(Mi cajita es mia)

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