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Cosas raras

Me gustan los días con sol rico porque aquí en la casa me dejan todas ventanas y puertas (menos la de la calle) abiertas y yo puedo entrar y salir a mi antojo y no tengo que andar poniéndole caritas a nadie para que por favor me abra la puerta. No sé a ustedes, pero a mi me carga eso de tener que andar pidiendo favores porque después hay que pagarlos y vaya a saber una con que idea disparatada me salen después, y calo, como estoy en deuda no puedo decir que no ¿se imaginan que cazo un ratón y me lo pidan a cambio de abrirme una puerta? ¡me muero! por mucho que deba el favor, no sé si pagaría entregando mi laucha recién cazada a cambio. Pero bue, por suerte eso no me ha pasado y la Conqui y mi abuela lo único que me piden a cambio de todas las aperturas de puerta para que yo pueda circular entre adentro y afuera, es que trate de obedecer cuando me llaman o piden algo. Y digo “tratar” porque ellas son tan lindas que saben que no está en mi naturaleza ser obediente, por algo soy gatito y no perrito ¿cierto? Mi abuela es bien mandona; siempre está con sus “Melí sal de ahí”, “Melí bájate”, Melí aquí y Melí allá, por suerte mi mamá siempre está pendiente de lo que me dice y la reta cuando se pone muy pesada con tanta orden, y ella misma me ordena re pocas cosas pero cuando lo hace ¡hay con desobedecerle! me habla bien golpeado y ya con eso yo corro a dónde me diga porque cuando estábamos en Puerto Varas la vi enojada un par de veces con el Manchi, y no me gustaría para nada que me retara como lo retó a él.

Hablando de mi mamá, ayer hizo dos cosas bien raras que no había hecho nunca: un queque y un baño de tina. Lo del queque me gustó porque se puede comer, aunque confieso que me entretuve más jugando con el pedacito que me dio la Conqui cuando estuvo listo. Para hacerlo, mezcló unos polvos blancos que se llaman harina con huevos, leche, mantequilla y azúcar, batió todo bien batido, puso la mezcla en una cosa con hoyo metálica y de ahí puso todo en el horno que alguna magia debe tener porque ¡la pasta pegote del batido se transformó en una cosa esponjosa! qué increíble.

La segunda cosa rara que hizo mi mamá ayer fue llenar de agua la tina ¡y meterse dentro! vieja loca ¿a quién se le ocurre? En lo personal, ya encuentro sorprendente lo de la ducha, pero al menos eso se parece a la lluvia con la ventaja de ser calentita ¿pero un baño de tina? raro eso de remojarse, no entiendo para qué puede servir. Más encima, la tina es dónde yo juego y la desubicada llegó y la llenó de agua sin decirme nada y claro, cuando yo iba embalada a saltar dentro para jugar ¡zas! que me encuentro con la sorpresa, me podría haber avisado al menos ¿se imaginan que hubiera seguido de largo? ¡me habría caído al agua! Yo nunca me he bañado en tina, ni siquiera me he duchado, pero fue tanto lo que disfrutó mi mamá haciéndolo que me está dando curiosidad eso del agua ¿será muy terrible que una gatita se bañe?

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