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¡Quiero a mi mamá!

Seré sincera: estoy cansada y con ganas de regalonear con mi mamá en vez de estar aquí sentada tecleando con mis uñitas cada letra, pero si no escribo nada van a llamar a la Conqui para acusarme “oye, la Melí no subió nada hoy día ¡es una floja!”, y yo nunca he sido una floja, mucho menos ahora que debo cuidar a mi abuela todo el día, y créanme ¡es agotador porque la vieja es hiperquinética! Linda la palabra, la aprendí de mi mamá que siempre reclama contra ella diciendo “¡estese tranquila un rato que más no sea vieja hiperquinética!”, y se usa para referirse a quienes son hiperactivos, especialmente en niños… Ahora que lo pienso ¿será por eso que dicen que los niños y viejos son iguales?

Volviendo a lo de ser floja y mis pocas ganas de escribir, les voy a contar como estuvo mi día hoy para que vean que soy gatita trabajadora: yo ya estaba desayunando con la Conqui a las siete de la mañana, después subimos a hacer la cama (ella estiró las sábanas y yo salté arriba de ellas para comprobar que quedaron bien puestas), de ahí a ducharse y vestirse. Lo de la ducha la verdad que es mi mamá la que se metió debajo del chorro de agua, pero yo me puse entre la cortina de género y la de plástico transparente para vigilar que se lavara bien el poto, pero sin correr el riesgo de mojarme yo. Cuando terminó, me senté en la taza del wc a mirar (para aprender) como se maquillaba ¡me dieron unas ganas de ponerme rímel! seguro que se me verían las pestañas preciosas porque ya las tengo bastante largas sin necesidad de usarlo. Para cuando terminamos la parte de pintura mi abuela ya está despierta así que mi mamá prendió el secador para secarse el pelo, y como tanto ruido no me gusta yo aproveché de ir a darle los buenos días a la viejuja y la acompañé a la cocina a prepararse su desayuno. Al poco rato, mi mamá entró a despedirse de nosotras, nos dio un beso a cada uno y a mi me dijo “cuida a la abuela”, y claro, no me quedó más opción que obedecerle así que me pasé el resto del día vigilando a la veterana; como será, que ni siquiera tuve tiempo de subir por el sauce para salir a pasear. La única entretención, si es que se puede llamar así, que tuve cuidando todo el día a mi abuela, fue mirar los pajaritos a través del vidrio de la cocina cuando la acompañé a almorzar: ahí me pude distraer un poco porque estaba sentada tranquila comiendo y no haciendo tonteras como treparse a la escalera en el jardín o cosas similares, porque la vieja insiste en eso de creerse gata y trata de imitarme subiéndose a dónde no debe ¡por no hablar de cuando se pone a maullar! Vieja loca ¿creerá que para hablar gato basta con decir miau varias veces? ¡por favor! que alguien le explique que la cosa no funciona así. A la señora lo único que le falta es ponerse a escarbar la arenita de mi cantora para hacer pipí ahí...

Entre una cosa y otra, el día pasó y yo recién pude descansar pasadas las 6 de la tarde cuando llegó mi mamá ¿entienden ahora lo de las ganas de regalonear con ella? así que con su permiso ¡me voy!


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