Hoy no quiero hablar de niños pesados ni gatitas peleadoras, hoy quiero hablar del frío que está haciendo por estos días y lo que uno debe hacer para poder sobrevivir.
En esta casa cada cuál tiene su método, sobre todo en la noche antes de meterse a la cama. Mi mamá, por ejemplo, llena una bolsa de agua caliente y la mete en su cama; cuando hace eso, yo me instalo justo arriba y me hago la loca cuando ella se acuesta y empieza a mover la pierna para que yo me corra y así poder poner su pie helado sobre la bolsa para calentarlo. Cuando ya noto que ella empieza a tiritar, asumo que se me está pasando la mano y me levanto para ir a meterme al hueco de su brazo, eso sí, debajo del plumón para que no me de frío; ahí, pone sus pies sobre el guatero, apaga la luz y nos dormimos calentitas hasta el otro día.
Cuando no es hora de dormir, yo espero a que prendan la calefacción de la casa, algo raro que funciona con un click porque cada vez que empieza a dar calor, es porque mi abuela o mi mamá giran una ruedita que hace fuego cuando hace “click”. La verdad es que aún no sé como funciona eso, pero al menos calienta: son unas cajitas blancas que están colgadas de los muros, una en cada habitación. Mi abuela se ríe de mi porque me abrazo a los radiadores –así se llaman las cajitas blancas– por muy diabólicos que sean; lo de diabólicos lo digo porque por más que les busco la puertecita por dónde ponerle palos y hacer fuego como hacíamos con la bosca mi mamá y yo cuando vivíamos en Puerto Varas, no la pillo por ningún lado, y no logro entender cómo agarran calor esas cosas… Seguro hay alguna brujería de por medio. Eso sí, lo bueno de que funcionen sin fuego es que cada vez que lo prenden la casa no queda pasada a humo, así que no tenemos que abrir las puertas ni ventanas para ventilar y altiro se pone calentito acá adentro.
¡Huy! mientras estaba escribiendo esto tembló fuerte acá en Viña del Mar ¿ustedes sabían que los gatitos sentimos los temblores antes que los humanos? Y no, se trata de brujería ni nada parecido, no vaya a ser que nos quieran tirar a la hoguera como en la Edad Media, si no que tenemos dimensiones sensoriales distintas, mismas que nos hace estar mejor preparados para la vida al aire libre. Los gatitos reaccionamos a sonidos y vibraciones que los humanos son incapaces de percibir, y eso es lo que pasa con los temblores: los “escuchamos” antes que los humanos ¿ven que no hay nada de brujería? Y ahora, me voy a ver si mi mamá salió corriendo a esconderse debajo de una mesa para hacerle fuuuu por la espalda, así me vengó de que hoy no me ha querido dar ñam ñam, puro crunchi crunchi crunchi me ha tocado...