Anoche me fugué y me arriesgué a un buen reto, pero valió la pena luego de estar encerrada todo el día por culpa de la lluvia; no resistí dejar de subirme a mi árbol cuando la Conqui me abrió al jardín después de comer ¡estaba tan lindo el cielo lleno de estrellas! Mientras mi mamá volvía a la cocina para lavar los paltos, yo me quedé sola afuera, y una cosa llevó a la otra y antes de decir miau yo ya estaba trepada en lo alto de mi sauce saltando al muro para ir a dar una vuelta. En eso estaba cuando mi mamá salió a buscarme al jardín, y me pilló in fraganti porque me vio en lo alto del muro pasando entre la reja para irme a meter al sitio del vecino; ella me llamó una vez despacio “Melí ven” y yo me hice la sorda, me llamó más fuerte “¡ven Melí!” y me seguí haciendo la sorda, la tercera vez su tono de voz había cambiado radicalmente “¡Melí! ¡vuelve! si voy a buscarte y te agarro vas a ver lo que es bueno”. Ahí me detuve, ese tono de voz no era para ignorarlo, pero al segundo siguiente seguí caminando. Ahí mi mamá desapareció adentro de la casa y un minuto después escuché como se cerraba la puerta de calle: deduje que estaba en problemas, venían por mi. Por suerte soy gatita lista y la Conqui es mujer de palabra, así que corrí árbol abajo y cuando ella llegó a buscarme arriba con la lengua afuera por lo que había corrido, yo ya estaba de vuelta en el jardín con cara de ¿viste que soy obediente? y no pudo retarme por haberme escapado porque ella fue quién dijo “si te agarro arriba”, y no me agarró arriba si no que yo volví antes. Lista yo. ¿Lo mejor? ver a mi mamá alegando con la abuela por lo que yo la había hecho trotar cerro arriba y cerro abajo, y no poder haberme retado porque tenía que cumplir su palabra: “si voy a buscarte y te agarro”, y aunque fue a buscarme no me agarró así que me salvé del reto por ser más rápida que ella (y tener uñitas para subir y bajar de los árboles).
Siguiendo con las maldades para vengarme de mis humanas que me tienen a dieta, hoy en la mañana sorprendí a mi abuela. Resulta que el día estaba con un sol rico así que me volví a trepar a mi árbol y salí a pasear, eso sí, con permiso de mi mamá que cuando me vio para dónde iba me dijo “tienes permiso para salir, aprovecha el sol, no vuelvas tarde y tampoco hagas tonteras”, pero claro, cuando a uno le dar permiso no es gran entretenido así que me quedé dando vueltas por ahí cerca. En eso estaba, cuando escuché a mi abuela abrir las ventanas del living y la puerta de calle para ventilar y barrer afuera aprovechando que yo no estaba, porque no me dan permiso para salir por ahí ya que por ahí pasan todos los perritos del barrio, los autos y hay mucho movimiento y pocos lugares dónde esconderme en caso de peligro. Bue… el asunto es que mi abuela estaba feliz de la vida barriendo con todo abierto cuando ¡zas! yo pasé como un celaje por su lado lista para fugarme a dónde no tengo permiso de ir, pero la vieja fue más rápida que yo y alcanzó a agarrarme de la cola y hasta ahí no más me llegó mi sueño de aventura. Bue, al menos me entretuve sorprendiendo a la viejuja que aún no se explica cómo supe yo que ella estaba con todo abierto en el living, siendo que yo estaba en el cerro, justo al otro lado de la casa… Secretos de gatita linda.