No falla, los días jueves toca aseo y eso significa que debo estar pendiente de la aspiradora y vigilando que cada vez que mueven mi caja, vuelvan a dejarla en su lugar por qué no vayan a creer que es cosa de patearla de una esquina a otra, pasar la aspiradora y seguir tan felices de la vida como si con eso todo estuviera en su lugar, no señor.
Hay que tener muy claro que mi caja no se patea, si alguien la quiere mover –por la razón que sea– debe tomarla entre sus manos y llevarla a algún lugar dónde quedé a salvo de las inclemencias del tiempo, las aspiradora, las corrientes de aire y cualquier cosa que pueda dañar su estructura. Cuando ya se ordenó, limpió, aspiró o se haya terminado de hacer lo que hubiese que hacer en la zona dónde va ubicada mi caja, se vuelve a tomar entre las manos y se reacomoda gentilmente en el mismo lugar; en toda la maniobra , y en cualquier otra circunstancia, es muy importante recordar que el acceso debe estar despejado ya que como norma mínima de convivencia, no se obstaculiza la entrada de las casas. Simple ¿verdad?; bien, con eso claro quiero dejar constancia que la caja de cartón que mi abuela detesta porque se pasa tropezando con ella y que hoy clausuró ¡es mi casa por muy dentro de su casa que esté! y por lo tanto debe estar siempre SIEMPRE despejada su “puerta”… Simple ¿o no? bue, pues eso que parece algo tan obvio y casi tonto de recordar, fue justamente lo que hoy la veterana no hizo: dejó todos los enseres de limpieza clausurando la entrada a mi casa ¡cloro incluido! ¿lo pueden creer? Sinceramente no sé qué le pasa a esta señora, la tierna abuelita de los primeros meses se está convirtiendo en una vieja tirana: me acusa de tener pulgas, me tira de la cola cada vez que puede, me llama “botijo”, no me deja subirme a las mesas, me reta por jugar con las plantitas y hoy, en una muestra de paroxismo extremo, se mete con mi caja ¡que es mi casa! Yo entiendo que con mi mamá estamos viviendo de allegadas con ella, y también estoy de acuerdo que la caja no es nada muy elegante, pero por muy de cartón que sea ¡es mi cartón! y con mi cartón no se mete nadie, ya va a ver cuando junté de nuevo pulguitas, no le voy a dejar sólo una en su cama ¡le voy a dejar muchas! por peleadora...
En todo caso debo confesar que yo no fui quién descubrió la maldad que hizo mi abuela, fue mi mamá cuando subió a terminar de pasar la aspiradora; al llegar al pasillo de arriba vio lo que mi abuela había hecho con mi caja/casa y dijo bien fuerte “¡mamá! ¿cómo se le ocurre taparle la puerta de la casa a la Melí? ¡vieja desubicada!”, ahí yo supe que algo estaba pasando y subí enseguida a ver qué ocurría (estaba en la cocina picando unos crunchi crunchis) y me encontré con la escena del cloro, el balde desteñido, el trapo y todas esas cosas feas que los humanos usan para limpiar el baño, justo delante de mi cajita. Me dio taaaanta pena verme tratada así, que me senté al borde de la escalera, puse ojitos tristes y miré a mi mamá con cara de “nadie me quiere”, y claro, eso fue suficiente para que me tomara en brazos y partiera conmigo a regañar a mi abuela por desubicada, mala y peleadora con una pobre gatita inocente como yo, y mientras la Conqui retaba a la viejuja por su pecado mortal de taparme la entrada a mi casa, yo miraba a la veterana desde los brazos de mi mamá con cara de “conmigo no te metas”, refocilándome de la perorata que le estaban dando por abuso y maltrato de gatitas inocentes. Cuando mi mamá terminó de retarla, yo salté de sus brazos al suelo y pasé al lado de mi abuela con mi cola bien parada, como si fuera una bandera flameando al viento, y si no le saqué la lengua para sacarle pica fue porque soy una gatita bien educada. Ojalá que haya aprendido bien su lección y nunca, pero ¡nunca! vuelva a hacer una cosa así.
(... y más encima en el balde sale un pajarito ¡todo mal!)