Yo venía de lo más embalada a contarles las novedades del día pero una preocupación grande interfirió en mi camino; no sé si a ustedes les pasará con sus respectivas madres, pero a veces de verdad creo que la mía está loca ¿Qué me motiva a pensarlo? algunas actitudes, ahora por ejemplo: empezó a sonar una música que le gustó y se puso a mover los brazos y las piernas como enajenada, llegué a pensar que se había tropezado con algo y tanto aspaviento era porque se estaba cayendo, pero no, al ver mi cara de pregunta me dijo como si fuera de lo más normal “¡baila conmigo Melí!”. ¡¿Bailar?! ¡¿yo?! ¡pero qué se habrá creido esa! además de tener que aguantar la voz de tonta que usa para hablarme ¿ahora debo bailar con ella? ¡habrase visto! si no fuera porque no he olido nada raro pensaría que se fumó mi hierba gatera o vaya a saber uno que cosa ¡vieja loca! no tuve tuve otra opción que acurrucarme en la cama, tapar mis orejitas con mis manos y hacer como dormía (olvídense de salir al jardín porque el día ha estado de lo más invernal, frío y garugando, perfecto para quedarse calentita adentro de la casa). Y no es nada que mi mamá esté loca o no, si no que me distrae con sus tonterías y me hace perder el hilo de mis ideas porque yo les quería contar que hoy van a llegar visitas y no que mi mamá bailaba como loca.
A esta casa generalmente las visitas llegan los días viernes; eso no quiere decir que tooodos los viernes llegue a alguien, pero sí que cuando alguien llega a vernos es ¡oh casualidad! viernes. Yo creo que eso debe ser porque en general los humanos no trabajan los sábados y domingos –a no ser que trabajen en un mall o en cosas importantes como salvando vida o apagando incendios– así que los viernes se van de paseo a alguna parte para aprovechar los fines de semana, y como con mi abuela vivimos en la playa llegan a darnos la lata acá.
Lo de dar la lata es una manera de decir, porque confieso que me entretiene mucho revisar las maletas y bolsas de las personas que vienen a vernos ¿la verdad? no pierdo la esperanza de que algún día me caiga un pajarito o un ratoncito de regalo ¡se imaginan mi cara? ¡qué feliz sería! según mi mamá, es poco probable que algo así pase, y mucho menos probable que mi abuela me deje comérmelo tranquila, pero bue… ¡la esperanza es lo último que se pierde! Por mientras, me entretengo revisando maletas, pisando almohadas, desordenando colchas y dejando bien en claro que la pieza que usan las visitas, es mía.
Para hoy, tengo 2 niñitas, una vieja y una border en lista de visitas. Mi mamá espera a la vieja para curarse, mi abuela a las niñitas para regalonearlas y yo a la border para molestarla ¡pucha que he echado de menos a la Mila! por suerte que al menos ahora ya sabe escribir y cuando no me viene a ver con su mamá y sus hermanas podemos intercambiar mails ¡pero es mucho más entretenido acosarla en persona! Confieso que por muy simpática que me parezca esa perra ¡me encanta hacerle fuuuuu! eso sí, no se lo hago siempre, sólo cuando trata de robarse mis crunchi crunchis ¿me pueden creer que todavía no aprende que con mi comida nadie se mete? aaaahhh cabra lesa, por suerte estoy yo para abrirle los ojos y enseñarle que los gatos, somos los amos del mundo.
A esta casa generalmente las visitas llegan los días viernes; eso no quiere decir que tooodos los viernes llegue a alguien, pero sí que cuando alguien llega a vernos es ¡oh casualidad! viernes. Yo creo que eso debe ser porque en general los humanos no trabajan los sábados y domingos –a no ser que trabajen en un mall o en cosas importantes como salvando vida o apagando incendios– así que los viernes se van de paseo a alguna parte para aprovechar los fines de semana, y como con mi abuela vivimos en la playa llegan a darnos la lata acá.
Lo de dar la lata es una manera de decir, porque confieso que me entretiene mucho revisar las maletas y bolsas de las personas que vienen a vernos ¿la verdad? no pierdo la esperanza de que algún día me caiga un pajarito o un ratoncito de regalo ¡se imaginan mi cara? ¡qué feliz sería! según mi mamá, es poco probable que algo así pase, y mucho menos probable que mi abuela me deje comérmelo tranquila, pero bue… ¡la esperanza es lo último que se pierde! Por mientras, me entretengo revisando maletas, pisando almohadas, desordenando colchas y dejando bien en claro que la pieza que usan las visitas, es mía.
Para hoy, tengo 2 niñitas, una vieja y una border en lista de visitas. Mi mamá espera a la vieja para curarse, mi abuela a las niñitas para regalonearlas y yo a la border para molestarla ¡pucha que he echado de menos a la Mila! por suerte que al menos ahora ya sabe escribir y cuando no me viene a ver con su mamá y sus hermanas podemos intercambiar mails ¡pero es mucho más entretenido acosarla en persona! Confieso que por muy simpática que me parezca esa perra ¡me encanta hacerle fuuuuu! eso sí, no se lo hago siempre, sólo cuando trata de robarse mis crunchi crunchis ¿me pueden creer que todavía no aprende que con mi comida nadie se mete? aaaahhh cabra lesa, por suerte estoy yo para abrirle los ojos y enseñarle que los gatos, somos los amos del mundo.
(La visita que estoy esperando :D)