Breve la visita de mis visitas, ayer llegaron y hoy se fueron y como que me quedé con gusto a poco, así como con ganas de haber molestado más a la Mila, pero bue… ¡para otra vez será! Al menos un par de cosas puedo sacar en limpio, por ejemplo:
1.- Mi prima es una guagua ¿no me creen? Tengo pruebas, y una que en especial habla por si sola, imagínense que no sabe comer solita!!!! ¿Lo pueden creer? Su mamá le tiene que dar los crunchi crunchis con la mano porque si no, no come ¡insólito! Mi mamá jamás me ha tenido que dar la comidita con la mano, yo como solita, y como será lo bien que sé hacerlo que incluso me dejan comer arriba de la mesa, eso sí, siempre y cuando mi abuela no esté presente porque si no empieza con sus gritos de “¡Conqui! ¡Baja a la gata de la mesa! La estás malcriando ¿qué van a pensar el día que venga alguien y ella se suba a la mesa?” ¡la preguntita! ¿Que van a pensar? Que soy una gatita bien educada ¡obvio! ¿Qué otra cosa podrían pensar?
2.- A los perritos les gusta comer caca; sí, tal como lo leen. Yo ya sospechaba algo luego de haberla pillado un par de veces intruseando en mi cantorita ¿pero me podrán creer que mi abuela sacó a pasear a la Mila y lo primero que hizo apenas se bajó del auto y puso una pata en la playa fue tirarse de cabeza al montón de lulos que un caballo acaba de dejar caer? ¡insólito! Mucho collar rosado de princesa pero el olor a mmmm eeeee mmmmm aaaaa ¿hay alguna manera elegante de decir mierda? ¿No? Bue… entonces me ahorro el esfuerzo y digo que el olor a mierda con que llegó la Mila de su paseo no se lo quitaba nadie ¡puaj! Lo peor de todo es que mi abuela se puso a peinarla con mi cepillo ¡y jura que yo no me enteré! Humanos… aún no aprenden que los gatitos vemos todo… TODO. Que si se le ocurra a la veterana pretender cepillarme con ese mismo cepillo a mi porque con el fuuuuu que le voy a hacer se le van a llegar a caer las pocas muelas que le van quedando. Pero bue… como soy gatita linda yo también quise ayudar a peinar a la Mila, así que le tiré un par de zarpazos para ordenarle los pelos de la cola, pero parece que no le gustó mucho porque se fue lloriqueando escalera abajo y me dejó con las garras listas para seguir peinándola… son raros los perritos.
3.- Hay dos cosas que me gustan de las visitas: que me entreguen mi regalo cuando llegan, y que se vayan; lo que pasa entre medio de esos dos puntos ya es otro tema y cae en la categoría de “chimuchina escandalosa”, especialmente considerando lo gritona que es la mamá de la Mila ¡hay que ver como grita esa mujercita! Y lo peor de todo es que mi mamá se rebaja a su mismo nivel y esta casa se convierte en un manicomio lleno de gritos que no dejan dormir a nadie… ¡humanas!
4.- Es entretenido tener hermanos. Sí, aunque aquí lo dije y aquí lo niego, debo confesar que me gusta cuando viene la Mila (aunque su mamá me agote con sus gritos). Cuando estoy con mi prima no tengo tiempo de aburrirme porque siempre la tengo que estar vigilando para que no haga tonterías, y sí, lo confieso, también me entretengo haciéndole alguna que otra “gatería”, que vendría a ser lo mismo que “perrería” pero en versión gato. Por ejemplo esta mañana que la estuve molestando sin que nadie se diera cuenta y logré que mi abuela la retar por fastidiosa. Como buena gatita yo soy madrugadora, así que apenas empezó a clarear el día me levanté y partí a dar mi ronda habitual por la casa ¿y saben qué? sorprendí a la Mila durmiendo con mi abuela en la cama , así que me escondí detrás de la puerta y cada tanto asomaba mi cabecita y miraba a mi prima el tiempo suficiente para que levantara su cabeza y empezara a mover su cola, apenas empezaba a hacer eso yo me escondía, mi abuela retaba a la Mila por inquieta y yo me reía. Esperaba unos minutos, asomaba mi cabeza de nuevo y allá vamos una vez más con el ciclo de cola moviéndose, retos de la vieja, perra con cara de culpa y gatita escondiéndose. Luego de unos 15 minutos en eso, mi abuela de aburrió de tantos collazos en su cara y mandó a la Mila cama abajo con un “déjame dormir”… ¡cama quería la perla! Helloooo todas las camas de esta casa son mías. Con mi objetivo cumplido, volví a acurrucarme en la cama con mi mamá y dormí feliz con mi mejor cara de angelito mientras rechinaba mis dientes saboreando el pajarito que estaba a punto de cazar en mis sueños.