Después de estar casi dos semanas siempre acompañada, hoy, finalmente ¡me dejaron sola! No lo podía creer, toda la casa para mí sin que nadie me dijera “Melí sal de ahí”, “Melí ven para acá”, “¿dónde estás Melí?”, Melí esto, Melí aquello, Melí, Melí, Melí… Ya sé que tengo un lindo nombre pero a veces ¡que obsesión les baja con llamarme constantemente!
Es interesante ver como interactúan los humanos entre sí; cuando estoy sola en la casa con mi mamá o mi abuela me dejan tranquila y cada una hace su vida, pero cuando estamos las tres ¡hay que ver como me hinchan las que no tengo! (pelotas, para los cortos de entendederas), es como si tuvieran competencia por ver a quién le presto más atención, pero sin el “como”.
“¿La Melí está contigo?” pregunta mi abuela, y como mi mamá responda que sí, que estoy con ella, no pasan ni 30 segundos para que la vieja llegue a meter su nariz a ver qué estamos haciendo, y como me pille durmiendo relajada en la cama de mi mamá o regaloneando con ella, nadie me salva del tirón de cola con que pretende hacerme reír… Pero a ver, que me entere yo ¿quién coño encuentra gracioso despertarse con un tirón de cola? No sé si yo seré muy raro, pero a mi n me hace ninguna gracia, y claro, después yo tomo revancha y mi abuela grita sorprendida cada vez que muerdo su mano cuando, relajadamente, está rascando mi pancita. Ojo que no se lo hago siempre, es sólo a veces, cuando entre un ronroneo y un bostezo, disfrutando de las caricias, por algún motivo que desconozco recuerdo esos tirones de cola y ¡zas! mordisco a la veterana. Ella, sorprendida, grita acusándome con mi mamá, y ella le responde a su vez “eso le pasa por tirarle la cola ¿cuándo va a aprender que con su colita no se juega?” y la veterana se calla y me sigue rascando, pero no aprende la lección y vuelve a tirarme de la cola al día siguiente o a la semana siguiente… vieja catete.
También puede pasar, sobre todo en las noches, que sea mi mamá la que grite preguntando de una pieza a otra “¿la Melí está en su cama?”, y como mi abuela responda afirmativamente ¡no se imaginan el drama que empieza! “Mi hija ya no me quiere” es una de las frases más repetidas junto con los “deja que duerma conmigo” de mi abuela seguida por la consabida respuesta de “los hijos duermen con su mamá” de adivinen quién (si están pensando en mi mamá, adivinaron). De las palabras se van a los maullidos; sí, leyeron bien, a los maullidos. Mis humanas están convencidas que saben hablar en gato así que empiezan a maullar desde sus camas jurando que yo me voy a ir a dormir con una u otra dependiendo de lo que me “digan”… ¡par de locas! A ver si alguien le explica tanto a la madre como a la hija, que yo no soy propiedad de ninguna de ellas dos, por favor alguien les diga que son ellas las quienes son de mi propiedad… Ya lo dijo alguien por ahí “no puedes nunca ser dueño de un gato, en el mejor de los casos te permite ser su acompañante” ¿ok?