¿Les conté que mi mamá me pisó? ese es el primer percance y fue hace dos días; eso sí, debo reconocer que en parte fue culpa mía porque me me puse a molestarla cuando estaba todo oscuro y claro, pasó lo que pasó porque ella no ve de noche como yo.
Resulta que estábamos en su pieza leyendo (ella leía y yo dormía arriba de su guata) cuando de repente miró la hora y de un saltó se levantó diciendo “la abuela va a llegar y va a encontrar todo oscuro, vamos a prender luces”, y partió escalera abajo tanteando los peldaños uno por uno para ir a encender la luz de la entrada. Yo me puse a saltar entre sus piernas y a esconderme en los rincones para sorprenderla, en una de esas me acosté en uno de los peldaños para asustarla cuando pasara por ahí, pero en vez de asustarla lo único que logré fue un pisotón en mi guata ¡mal negocio! En todo caso, por suerte fue despacio porque la Conqui al tiro se dio cuenta que estaba pisando algo que no era la escalera y sacó el pie rapidísimo ¡no sé cuál de las dos quedó más sorprendida! si ella por haberme pisado medio a medio o yo por haberme llevado el pisotón.
El segundo percance ocurrió anoche y la culpa fue de una de esas cosas que dan luz como si fuera de día y que, según la Conqui, se llaman lamparas: ayer descubrí que además de iluminar como el sol ¡queman como el sol! Resulta que mi mamá tiene una de esas cosas en el velador al lado de su cama, y yo me puse a investigarlo porque me llamó la atención que fuera tan largo y se pudiera mover. Me trepé a la mesa y empecé a olerlo aquí y allá, primero por abajo y luego por arriba; me paré en mis patitas traseras y con una de mis manitos traté de pescar la luz que salía de la pelota blanca que tiene arriba. La Conqui me dijo “Melí no hagas eso que te vas a quemar”, pero yo me hice la sorda porque mi mamá siempre está diciéndome que no haga esto o aquello. Seguí tratando de pescar la pelota blanca para ver de dónde salía la luz, y claro, como no hay nada más cierto que eso de que el que la sigue la consigue, logré pillar la luz blanca ¡pero me quemé mi manito tal como me había advertido mi mamá! ¡Pucha que me dolió! salté lejos, bote todo lo que había arriba del velador y me fui a esconder detrás de la cortina a lengüetear mi mano. La Conqui altiro saltó de la cama y en vez de retarme por haberle desobedecido, me tomó en brazos y me dio hartos besitos y me llevó al baño y me puso agua fría en mi manito y ahí altiro me dejó de doler. ya de vuelta en la pieza, y siempre regalonéandome, mi mamá me explicó que lo que había tocado era una “ampolleta” y que funcionaba con electricidad y que no podía tocarlas porque se calentaban mucho y quemaban tanto que incluso podía haberme hecho una herida y me pidió que nunca más volviera a tratar de jugar con ellas
Como dicen por ahí… shit happens! (eso último se lo aprendí a una sobrina de la Conqui que estudió en colegio inglés).
(Al menos mi traspié no quedó filmado)
Resulta que estábamos en su pieza leyendo (ella leía y yo dormía arriba de su guata) cuando de repente miró la hora y de un saltó se levantó diciendo “la abuela va a llegar y va a encontrar todo oscuro, vamos a prender luces”, y partió escalera abajo tanteando los peldaños uno por uno para ir a encender la luz de la entrada. Yo me puse a saltar entre sus piernas y a esconderme en los rincones para sorprenderla, en una de esas me acosté en uno de los peldaños para asustarla cuando pasara por ahí, pero en vez de asustarla lo único que logré fue un pisotón en mi guata ¡mal negocio! En todo caso, por suerte fue despacio porque la Conqui al tiro se dio cuenta que estaba pisando algo que no era la escalera y sacó el pie rapidísimo ¡no sé cuál de las dos quedó más sorprendida! si ella por haberme pisado medio a medio o yo por haberme llevado el pisotón.
El segundo percance ocurrió anoche y la culpa fue de una de esas cosas que dan luz como si fuera de día y que, según la Conqui, se llaman lamparas: ayer descubrí que además de iluminar como el sol ¡queman como el sol! Resulta que mi mamá tiene una de esas cosas en el velador al lado de su cama, y yo me puse a investigarlo porque me llamó la atención que fuera tan largo y se pudiera mover. Me trepé a la mesa y empecé a olerlo aquí y allá, primero por abajo y luego por arriba; me paré en mis patitas traseras y con una de mis manitos traté de pescar la luz que salía de la pelota blanca que tiene arriba. La Conqui me dijo “Melí no hagas eso que te vas a quemar”, pero yo me hice la sorda porque mi mamá siempre está diciéndome que no haga esto o aquello. Seguí tratando de pescar la pelota blanca para ver de dónde salía la luz, y claro, como no hay nada más cierto que eso de que el que la sigue la consigue, logré pillar la luz blanca ¡pero me quemé mi manito tal como me había advertido mi mamá! ¡Pucha que me dolió! salté lejos, bote todo lo que había arriba del velador y me fui a esconder detrás de la cortina a lengüetear mi mano. La Conqui altiro saltó de la cama y en vez de retarme por haberle desobedecido, me tomó en brazos y me dio hartos besitos y me llevó al baño y me puso agua fría en mi manito y ahí altiro me dejó de doler. ya de vuelta en la pieza, y siempre regalonéandome, mi mamá me explicó que lo que había tocado era una “ampolleta” y que funcionaba con electricidad y que no podía tocarlas porque se calentaban mucho y quemaban tanto que incluso podía haberme hecho una herida y me pidió que nunca más volviera a tratar de jugar con ellas
Como dicen por ahí… shit happens! (eso último se lo aprendí a una sobrina de la Conqui que estudió en colegio inglés).