Mi abuela siempre dice que yo parezco wiña, y son pocos quienes entienden a lo que se está refiriendo. Mi mamá dice que yo parezco romana, y son unos pocos menos los que entienden a lo que ella se está refiriendo. Yo digo que no me parezco a nadie, y son contados con las zarpas de mi mano quienes entienden que esa es una gran verdad porque yo soy única.
La Wiña (nombre mapuche para Leopardus Guigna) es un felino autóctono de sudamérica que habita desde la zona central de Chile hasta la Patagonia y que se encuentra en peligro de extinción. Según algunos zoólogos, la wiña es una subespecie del gato montés sudamericano, y es el más pequeño de los felinos salvajes que vive en América (jaguar, puma y lince, entre otros), ya que su tamaño difícilmente supera los 75 centímetros de longitud –cola incluida– y los 3 kilos de peso. Su pelaje se caracteriza por tener manchas negras y redondas que ayudan a que la wiña se mimetice con el paisaje y así pasar desapercibida.
El gato romano (o atigrado) pertenece a la familia del gato común europeo que tiene su origen en el gato salvaje africano y que entró a Europa gracias a los romanos. Dentro de las diversas variedades que existen del gato común Europeo, el romano se caracteriza por tener rayas oscuras con el manto de fondo color pardo. Una de sus peculiaridades, es que su pelaje es de tipo “aguti”, lo que significa que cada pelito tiene dos o tres colores diferentes.
De la wiña yo tengo haber nacido en la puerta norte de la Patagonia chilena y la longitud (del peso no digo nada ya que hace rato sobrepasé los 3 kilos); del gato atigrado tengo las rayas oscuras, el pelaje color aguti y la letra M…aaaaah sí, tengo la M dibujada sobre mi frente, justo arriba de mis ojitos, y eso es buena suerte para mi mamá ¿y saben por qué tengo esa letra dibujada con rayitas negras sobre mis ojos? Yo se los voy a decir: fue un una muestra de agradecimiento de la Virgen María porque uno de mis antepasados entretuvo a Jesús un día que, siendo niño, estaba con pataleta y no paraba de llorar… buaaaa buaaaa berreaba Jesús enervando a la pobre María cuando un gatito apareció y se puso a jugar con él logrando que dejara de llorar. Por eso la Virgen quedó feliz, y le hizo cariño a mi antepasado y así su inicial –la letra M– quedó marcada en su frente y fue pasando de generación en generación a toooodos sus descendientes hasta llegar a mí, y por eso mi mamá tiene buena suerte, porque me recogió de la calle y a todos los que quieren y cuidan a un gatito con la letra M sobre sus ojitos les pasan cosas buenas...
*Wiña y guiña son lo mismo, la diferencia está en que la primera es la palabra usada por lo mapuches; la segunda, por los españoles.
La Wiña (nombre mapuche para Leopardus Guigna) es un felino autóctono de sudamérica que habita desde la zona central de Chile hasta la Patagonia y que se encuentra en peligro de extinción. Según algunos zoólogos, la wiña es una subespecie del gato montés sudamericano, y es el más pequeño de los felinos salvajes que vive en América (jaguar, puma y lince, entre otros), ya que su tamaño difícilmente supera los 75 centímetros de longitud –cola incluida– y los 3 kilos de peso. Su pelaje se caracteriza por tener manchas negras y redondas que ayudan a que la wiña se mimetice con el paisaje y así pasar desapercibida.
El gato romano (o atigrado) pertenece a la familia del gato común europeo que tiene su origen en el gato salvaje africano y que entró a Europa gracias a los romanos. Dentro de las diversas variedades que existen del gato común Europeo, el romano se caracteriza por tener rayas oscuras con el manto de fondo color pardo. Una de sus peculiaridades, es que su pelaje es de tipo “aguti”, lo que significa que cada pelito tiene dos o tres colores diferentes.
De la wiña yo tengo haber nacido en la puerta norte de la Patagonia chilena y la longitud (del peso no digo nada ya que hace rato sobrepasé los 3 kilos); del gato atigrado tengo las rayas oscuras, el pelaje color aguti y la letra M…aaaaah sí, tengo la M dibujada sobre mi frente, justo arriba de mis ojitos, y eso es buena suerte para mi mamá ¿y saben por qué tengo esa letra dibujada con rayitas negras sobre mis ojos? Yo se los voy a decir: fue un una muestra de agradecimiento de la Virgen María porque uno de mis antepasados entretuvo a Jesús un día que, siendo niño, estaba con pataleta y no paraba de llorar… buaaaa buaaaa berreaba Jesús enervando a la pobre María cuando un gatito apareció y se puso a jugar con él logrando que dejara de llorar. Por eso la Virgen quedó feliz, y le hizo cariño a mi antepasado y así su inicial –la letra M– quedó marcada en su frente y fue pasando de generación en generación a toooodos sus descendientes hasta llegar a mí, y por eso mi mamá tiene buena suerte, porque me recogió de la calle y a todos los que quieren y cuidan a un gatito con la letra M sobre sus ojitos les pasan cosas buenas...