Día agitado por estos lares. Salió el sol y con él salieron todos los gatos del barrio a pasear… o no sé si habrán sido todos pero sí que vi pasar cerro arriba al gato blanco y de atrás a la tricolor dándole más fuerza a mi idea de que esos dos algo se traen entre manos ¿serán pololos?. En todo caso, mal gusto la tricolor porque el blancucho se ve harto sucio y con pinta de venido a menos, aunque tal vez después de un baño con haaaarto jabón podría tener mejor aspecto, pero yo no pienso bañarlo y tampoco creo que mi mamá quiera hacerlo. Habrá que ver si el día que llueva el agua lo pilla afuera, y eso ayuda a sacarle la mugre de encima...
Mientras los otros gatos paseaban, yo me quedé en mi casa; en todo caso, si yo no salí a pasear, no fue porque no me dieran permiso ¡para nada! es más, mi mamá me miró con cara de “tienes permiso para subirte al árbol y salir” pero yo preferí quedarme arriba de la impresora controlando que hacían esos dos, y debo decir que fui muy inteligente en mi decisión porque escuché unos maullidos bien enojados así que parece que hubo pelea ¡y a mi me cargan las peleas! No vayan a creer que es una cosa de cobardía hacerle el quite, es más bien mi sentido práctico de la vida porque después de una pelea mis uñitas quedan feas y toca hacerme la manicure, y eso sí que es un problema porque cada vez que la Conqui me pilla afilando mis garras en la alfombra o algún mueble empieza con sus gritos de “¡Melí! ¡no hagas eso! si la abuela te pilla nos va a echar de la casa”, porque el problema no es mi mamá, es mi abuela que cuida sus muebles y no le gusta que yo afile mis uñitas en su sillón o en la colcha de su cama, y amenaza a la Conqui con echarnos de su casa, pero yo soy astuta (como buena gata) y tengo una estrategia que estoy llevando a cabo con óptimos resultados, y cuyo principal objetivo es evitar que la viejuja nos vaya a echar de su casa por mucho que yo use sus muebles para mantener impecables mis garras de princesa (porque eso es lo que soy según mi mamá, una princesa).
La táctica que estoy usando con mi abuela es que cada día que pasa me pongo un poco más regalona con ella, un poco más cariñosa; hoy le maullo más que ayer y menos que mañana, me subo más rato a su cama cuando ella se acuesta, la acompaño a jardinear, duermo a su lado cuando está sentada revisando sus mails, y así, yendo de a poquitito, mi abuela está convencida que es ella la que me está conquistando un poco más cada día y no se da cuenta que es al revés… No les digo yo, seré gatita, pero no tonta.
Mientras los otros gatos paseaban, yo me quedé en mi casa; en todo caso, si yo no salí a pasear, no fue porque no me dieran permiso ¡para nada! es más, mi mamá me miró con cara de “tienes permiso para subirte al árbol y salir” pero yo preferí quedarme arriba de la impresora controlando que hacían esos dos, y debo decir que fui muy inteligente en mi decisión porque escuché unos maullidos bien enojados así que parece que hubo pelea ¡y a mi me cargan las peleas! No vayan a creer que es una cosa de cobardía hacerle el quite, es más bien mi sentido práctico de la vida porque después de una pelea mis uñitas quedan feas y toca hacerme la manicure, y eso sí que es un problema porque cada vez que la Conqui me pilla afilando mis garras en la alfombra o algún mueble empieza con sus gritos de “¡Melí! ¡no hagas eso! si la abuela te pilla nos va a echar de la casa”, porque el problema no es mi mamá, es mi abuela que cuida sus muebles y no le gusta que yo afile mis uñitas en su sillón o en la colcha de su cama, y amenaza a la Conqui con echarnos de su casa, pero yo soy astuta (como buena gata) y tengo una estrategia que estoy llevando a cabo con óptimos resultados, y cuyo principal objetivo es evitar que la viejuja nos vaya a echar de su casa por mucho que yo use sus muebles para mantener impecables mis garras de princesa (porque eso es lo que soy según mi mamá, una princesa).
La táctica que estoy usando con mi abuela es que cada día que pasa me pongo un poco más regalona con ella, un poco más cariñosa; hoy le maullo más que ayer y menos que mañana, me subo más rato a su cama cuando ella se acuesta, la acompaño a jardinear, duermo a su lado cuando está sentada revisando sus mails, y así, yendo de a poquitito, mi abuela está convencida que es ella la que me está conquistando un poco más cada día y no se da cuenta que es al revés… No les digo yo, seré gatita, pero no tonta.