Cansador eso de sociabilizar con la familia; hoy conocí a la perra de mi prima y la verdad que no tengo muchas cosas buenas para decir de ella por mucho que sea de “raza”… Border Collie dicen que es, pero más bien me pareció una tía borde ¡insoportable la rubia! no hizo más que acosarme todo el día y yo me la tuve que pasar metida en la pieza de mi abuela para que no me molestara, y más encima resultó ser una cochina que dejó todo sucio. Imagínense lo sucia que debe haber estado, que mi mamá la bañó porque le dio pena que en sus siete meses de vida ¡nunca la hubieran lavado!
Pero mejor me dejo de chismes y voy a los hechos… Desde la mañana temprano estuvimos con mi mamá en plan de esperar visita y la Conqui, por mucho que fuera domingo, ya estaba duchada, vestida y cocinando antes de las 10. La Mila (así se llama la borde) vino a llegar como a medio día y desde su entrada a la casa empezaron los problemas porque el encuentro entra ella y yo, por llamarlo de alguna forma, fue algo bastante intenso; ella me vió y altiro quiso acercase a olerme y a mí eso no me gustó nada y arañé a la Conqui que me tenía en brazos y salí corriendo escalera arriba para esconderme debajo de una cama, de atrás salió corriendo mi mamá y de más atrás la Mila, y detrás de ella su mamá y sus hermanas y la abuela y era todo una pelotera; la Conqui se enojó con todas y las retó y las mandó de vuelta para el primer piso, ahí me tomó en brazos y me llevó para su pieza, salimos a mirar desde su terraza qué pasaba abajo y ahí estaba la borde, corriendo de un lado para otro con la lengua afuera y moviendo su cola como si fuera plumero ¿la verdad? si eso es ser de “raza” prefiero ser “wiña” como me dice mi abuela. Tontorrona la prima, sobre todo considerando que mi mamá la llamó y cuando nos descubrió en la terraza se puso a gemir y corrió a esconderse entre las plantas ¡como si yo pudiera hacerle algo desde arriba! ¡pajarona! Después de un rato, mi mamá trato de ver si nos podíamos hacer amigas, pero la verdad que no resultó mucho porque la Mila es bien atarantada, y claro, cuando me vio se abalanzó a olerme y yo me inflé de la impresión y le hice fuuuu y salí corriendo y de nuevo quedó la escoba. Después de eso, la Conqui optó por sentarse en la escalera para hacer de frontera, y por un rato la Mila me miró desde su lado y yo la miré desde el mío, y cuando parecía que todo iba bien ella no se aguantó las ganas y quiso saltar para olerme, y claro, yo de nuevo le hice fuuu y la otra se asustó y salió corriendo a esconderse, y cuando yo la vi correr también salí corriendo a esconderme y vuelta a repetir el show… en esas no las llevamos todo el día menos el rato en que mi mamá la bañó.
Debo decir que mi prima es una rubia harto chascona y medio gorrina, porque llegó con el pelo pegote y sin cepillar, y peor quedó cuando se metió en el barro ¡un asco! como sería que a mi mamá le dio pena y la bañó con champú y todo; salió de lo más olorosa del baño, aunque no se puede decir lo mismo de cómo quedó la tina ¡un asco! además, dejó todo empapado y con olor a perro mojado ¡puf! bien cochina la perra, nada que ver conmigo que soy limpia y jamás he olido mal ¿la guinda de la torta? la borde dejó la casa hecha un desastre porque le gustó eso de meterse al barro y después la tarada entraba con sus patitas negras y húmedas a la cocina, el living, el comedor ¡todas partes! si hasta la escalera dejó marcada con cientos de patitas ¡y para que decir cómo dejó a la Conqui! ¡toda cochina! Lo peor de todo es que su mamá no la educa ni la reta por las tonteras que hace, es más ¡la encuentra graciosa! imagínense que cuando ensució a la Conqui con sus patas llenas de barro le dijo “no te quejes, te está dejando a la moda, el animal print es lo que se lleva”… ¡desubicada la vieja!
Lo fome es que no pude bajar al jardín en todo el día y sólo logré ver que pasaba desde la terraza de mi abuela o la de la Conqui; eso sí, escuché todo ¡todo! por ejemplo, después de almuerzo la tontorrona de la Mila se paseó de un lado para otro con ganas de subir a ver que estaba haciendo yo, pero la Conqui se sentó en la escalera a leer y cada tanto levantaba la vista de su libro y la miraba con cara de “cuidadito” y la otra pasaba de largo como diciendo “venía pasando”, pero yo sé que no iba pasando si no que me estaba buscando porque en una de esas mi mamá fue al baño y ella altiro subió y yo tuve que hacerle fuuuu por decimoquinta vez en el día… ¡que agote! Alguien le debería enseñar a los perritos que para hacerse amigo de un gatito deben ir de a poco…
¿La guinda de la torta? para rematar la visita, la fresca de la mamá de la Mila le pidió a mi abuela que le hiciera masaje en la espalda, y claro, mientras las visitas disfrutaban de masajes y jardín, yo esperaba aburridísima en la pieza de mi abuela escuchando como me pelaban diciendo cosas tipo “es una gata mañosa” ¡¿mañosa yo?! puede ser, pero no creo que hacerle fuuuu a una perra borde (y no estoy hablando de que sea una border collie) que llega a invadir tu casa sea ser mañosa… ¡hábrase visto!
Pero bueno, como no hay mal que duré cien años, llegó la hora que se fueran las visitas, y para estar segura mi mamá se encargó de subir a la Mila al auto mientras yo vigilaba desde la terraza de mi abuela...
Pero mejor me dejo de chismes y voy a los hechos… Desde la mañana temprano estuvimos con mi mamá en plan de esperar visita y la Conqui, por mucho que fuera domingo, ya estaba duchada, vestida y cocinando antes de las 10. La Mila (así se llama la borde) vino a llegar como a medio día y desde su entrada a la casa empezaron los problemas porque el encuentro entra ella y yo, por llamarlo de alguna forma, fue algo bastante intenso; ella me vió y altiro quiso acercase a olerme y a mí eso no me gustó nada y arañé a la Conqui que me tenía en brazos y salí corriendo escalera arriba para esconderme debajo de una cama, de atrás salió corriendo mi mamá y de más atrás la Mila, y detrás de ella su mamá y sus hermanas y la abuela y era todo una pelotera; la Conqui se enojó con todas y las retó y las mandó de vuelta para el primer piso, ahí me tomó en brazos y me llevó para su pieza, salimos a mirar desde su terraza qué pasaba abajo y ahí estaba la borde, corriendo de un lado para otro con la lengua afuera y moviendo su cola como si fuera plumero ¿la verdad? si eso es ser de “raza” prefiero ser “wiña” como me dice mi abuela. Tontorrona la prima, sobre todo considerando que mi mamá la llamó y cuando nos descubrió en la terraza se puso a gemir y corrió a esconderse entre las plantas ¡como si yo pudiera hacerle algo desde arriba! ¡pajarona! Después de un rato, mi mamá trato de ver si nos podíamos hacer amigas, pero la verdad que no resultó mucho porque la Mila es bien atarantada, y claro, cuando me vio se abalanzó a olerme y yo me inflé de la impresión y le hice fuuuu y salí corriendo y de nuevo quedó la escoba. Después de eso, la Conqui optó por sentarse en la escalera para hacer de frontera, y por un rato la Mila me miró desde su lado y yo la miré desde el mío, y cuando parecía que todo iba bien ella no se aguantó las ganas y quiso saltar para olerme, y claro, yo de nuevo le hice fuuu y la otra se asustó y salió corriendo a esconderse, y cuando yo la vi correr también salí corriendo a esconderme y vuelta a repetir el show… en esas no las llevamos todo el día menos el rato en que mi mamá la bañó.
Debo decir que mi prima es una rubia harto chascona y medio gorrina, porque llegó con el pelo pegote y sin cepillar, y peor quedó cuando se metió en el barro ¡un asco! como sería que a mi mamá le dio pena y la bañó con champú y todo; salió de lo más olorosa del baño, aunque no se puede decir lo mismo de cómo quedó la tina ¡un asco! además, dejó todo empapado y con olor a perro mojado ¡puf! bien cochina la perra, nada que ver conmigo que soy limpia y jamás he olido mal ¿la guinda de la torta? la borde dejó la casa hecha un desastre porque le gustó eso de meterse al barro y después la tarada entraba con sus patitas negras y húmedas a la cocina, el living, el comedor ¡todas partes! si hasta la escalera dejó marcada con cientos de patitas ¡y para que decir cómo dejó a la Conqui! ¡toda cochina! Lo peor de todo es que su mamá no la educa ni la reta por las tonteras que hace, es más ¡la encuentra graciosa! imagínense que cuando ensució a la Conqui con sus patas llenas de barro le dijo “no te quejes, te está dejando a la moda, el animal print es lo que se lleva”… ¡desubicada la vieja!
Lo fome es que no pude bajar al jardín en todo el día y sólo logré ver que pasaba desde la terraza de mi abuela o la de la Conqui; eso sí, escuché todo ¡todo! por ejemplo, después de almuerzo la tontorrona de la Mila se paseó de un lado para otro con ganas de subir a ver que estaba haciendo yo, pero la Conqui se sentó en la escalera a leer y cada tanto levantaba la vista de su libro y la miraba con cara de “cuidadito” y la otra pasaba de largo como diciendo “venía pasando”, pero yo sé que no iba pasando si no que me estaba buscando porque en una de esas mi mamá fue al baño y ella altiro subió y yo tuve que hacerle fuuuu por decimoquinta vez en el día… ¡que agote! Alguien le debería enseñar a los perritos que para hacerse amigo de un gatito deben ir de a poco…
¿La guinda de la torta? para rematar la visita, la fresca de la mamá de la Mila le pidió a mi abuela que le hiciera masaje en la espalda, y claro, mientras las visitas disfrutaban de masajes y jardín, yo esperaba aburridísima en la pieza de mi abuela escuchando como me pelaban diciendo cosas tipo “es una gata mañosa” ¡¿mañosa yo?! puede ser, pero no creo que hacerle fuuuu a una perra borde (y no estoy hablando de que sea una border collie) que llega a invadir tu casa sea ser mañosa… ¡hábrase visto!
Pero bueno, como no hay mal que duré cien años, llegó la hora que se fueran las visitas, y para estar segura mi mamá se encargó de subir a la Mila al auto mientras yo vigilaba desde la terraza de mi abuela...
(La Border borde)