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Las cosas en su lugar

Anoche probé el “manjar” por primera vez. Era una masa color café parecida a la plasticina que hacen con leche y azúcar (o eso me dijeron) y que la Conqui sacó del closet de mi abuela; como era una barrita, con un cuchillito cortó un pedazo y se sentó en la cama a comérselo. Yo altiro llegué a su lado para ver qué era, y con sólo sentir el olor dulzón supe que me gustaría, así que puse mi cara de gatita linda y estiré mi manito para pedirle y ella enseguida captó la indirecta directa (difícil hacerse la loca conmigo cuando quiero algo) y me dio un pedacito… Mmmmm ¡que cosa más rica! primero pasé mi lenguita despacio un par de veces, y cuando vi lo rico que era me lo metí entero a la boca para pedir más antes que la Conqui se lo terminara todo, pero la guatona comió rápido y sólo alcancé a comerme tres pedacitos antes se lo terminara; como me había quedado con gusto a poco y la puerta del closet estaba abierta, me fui a buscar más, pero claro, a mis dos humanas no les gustó la idea de compartir conmigo su manjar y me cerraron la puerta en las narices.  ¡Malas! no me quedó otra que lamerme los bigotes por un buen rato para saborear cada miguita… ya van a ver cuando pille la puerta abierta, me voy a robar todo el manjar y no les voy a dejar ni un pedacito ¡egoístas!

Pero eso fue anoche, hoy pasaron cosas más interesantes, como haberle pegado a la gata intrusa que me botó de mi árbol el otro día ¡sí! tuve mi revancha, y debo decir que esta vez la peor parte se la llevó ella, haber si así aprende a no atacar por la espalda… No me gustan las gatitas traicioneras (o los humanos) que pretenden ser tus amigos y después son incapaces de dar la cara y atacar de frente. Pero no importa, todo se paga en esta vida y hoy le tocó pagar a la gata tricolor: la ví en lo alto del muro, me subí al árbol, le hice fuuu, ella me hizo fuuuu, yo salté al muro y ahí le salté encima con mis 20 uñas afuera, le tiré sus buenos zarpazos, le saqué un par de mechones de pelo, le volví a hacer fuuuu y esta vez ella no dijo nada, sólo se bajó de MI muro y se fué corriendo para su casa. Ahí, me subí de vuelta a mi árbol y bajé dignamente a mi jardín con mi colita bien parada: las cosas estaban en su lugar.





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