En los últimos días he descubierto dos cosas: regar y las lagartijas.
Lo de regar lo descubrí ayer en la tarde cuando mi abuela sacó un tubo plástico como los que usan para darle ñam ñam a los autos solo que muuuuucho más largo y que también se llama manguera, pero que en vez de salir bencina por un extremo sale agua en forma de gotitas como si lloviera. Cuando los humanos echan agua al pasto y las plantas como si fueran Dios haciendo llover, se llama regar.
Yo nunca había visto regar; en el sur no hace falta porque llueve un día sí y otro también. Cuando pasa una semana sin caer agüita del cielo todas las personas se empiezan a preocupar por la “sequía” ¡se espantarían si conocieran Viña! Desde que llegué hace más de una semana, no he visto llover ni un día y por eso mi abuela tuvo que ponerse a regar. Fue entretenido verla, yo traté de cazar la manguera pero por más que traté de aplastarla con mi manito no pude. La Conqui sí pudo; ella la dobló con sus manos y el agua dejó de salir y su mamá la retó por hacer leseras… que bueno que la reten, así no soy yo a la única que retan… ¿quién retará a la abuela? pregunto porque parece que siempre hay uno más arriba listo para retarte por algo… fregados estos humanos.
El segundo descubrimiento lo hice esta mañana. Yo estaba en el jardín mirando los pajaritos y pensando en alguna estrategia para poder hincarles el diente, cuando me distrajo un movimiento en la pared de la casa ¡había una cosa verde caminado por ahí sin caerse! ¿cómo se camina en las paredes? Con eso me olvidé de los pajaritos y me fuí corriendo a estudiar el bicho ese; me impresionó que no se cayera del muro, ni los gatitos podemos hacer eso, seguro que tiene goma en las patas porque si no ¿cómo se afirma? Traté de pillar al bicho para revisar sus patitas y de paso, ver si me lo podía comer –en una de esas era rico– pero no alcancé a pillarlo porque se escondió detrás de un cajón de madera que es macetero, y por más que me cambié de lado para ver si salía por uno u otro, no volví a verlo.
La Conqui estaba en el jardín conmigo, y me dijo que ese animal se llamaba “lagartija” y que no le tincaban muy ricos para comer y que era un animal de “sangre fría”. Parece que yo puse cara de no haber entendido mucho porque siguió explicándome que por eso pasaban a al sol ya que necesitaban calentar su sangre y que ese término (lo de sangre fría) no era muy exacto porque la gracia de ese animalito era regular la temperatura de su cuerpo de acuerdo al medio ambiente en que estaba y bla bla bla… Se puso tan latera con sus explicaciones yo empecé a maullar para que dejara de hablar y me ayudara a pillar la lagartija; entendió el mensaje, pero no hubo caso de pillarla. Nos quedamos las dos con las ganas de experimentar: yo el sabor de su carne y ella, ver si era cierto eso de que si le cortan la cola a una lagartija nace otra (o un cuento así, la verdad que no la escuché mucho porque cuando empieza con sus cuentos lateros yo pongo mis orejitas en “mute” como hace ella a veces con la tele). El único problema de las lagartijas, es que son parientes de unos bichos grandes que se llaman cocodrilos, y esos sí que se pueden comer un gatito ¿quién no me dice que si me como una lagartija viene un cocodrilo a comerme a mi? Yo no quiero que nadie me muerda… ¡que susto!
Lo de regar lo descubrí ayer en la tarde cuando mi abuela sacó un tubo plástico como los que usan para darle ñam ñam a los autos solo que muuuuucho más largo y que también se llama manguera, pero que en vez de salir bencina por un extremo sale agua en forma de gotitas como si lloviera. Cuando los humanos echan agua al pasto y las plantas como si fueran Dios haciendo llover, se llama regar.
Yo nunca había visto regar; en el sur no hace falta porque llueve un día sí y otro también. Cuando pasa una semana sin caer agüita del cielo todas las personas se empiezan a preocupar por la “sequía” ¡se espantarían si conocieran Viña! Desde que llegué hace más de una semana, no he visto llover ni un día y por eso mi abuela tuvo que ponerse a regar. Fue entretenido verla, yo traté de cazar la manguera pero por más que traté de aplastarla con mi manito no pude. La Conqui sí pudo; ella la dobló con sus manos y el agua dejó de salir y su mamá la retó por hacer leseras… que bueno que la reten, así no soy yo a la única que retan… ¿quién retará a la abuela? pregunto porque parece que siempre hay uno más arriba listo para retarte por algo… fregados estos humanos.
El segundo descubrimiento lo hice esta mañana. Yo estaba en el jardín mirando los pajaritos y pensando en alguna estrategia para poder hincarles el diente, cuando me distrajo un movimiento en la pared de la casa ¡había una cosa verde caminado por ahí sin caerse! ¿cómo se camina en las paredes? Con eso me olvidé de los pajaritos y me fuí corriendo a estudiar el bicho ese; me impresionó que no se cayera del muro, ni los gatitos podemos hacer eso, seguro que tiene goma en las patas porque si no ¿cómo se afirma? Traté de pillar al bicho para revisar sus patitas y de paso, ver si me lo podía comer –en una de esas era rico– pero no alcancé a pillarlo porque se escondió detrás de un cajón de madera que es macetero, y por más que me cambié de lado para ver si salía por uno u otro, no volví a verlo.
La Conqui estaba en el jardín conmigo, y me dijo que ese animal se llamaba “lagartija” y que no le tincaban muy ricos para comer y que era un animal de “sangre fría”. Parece que yo puse cara de no haber entendido mucho porque siguió explicándome que por eso pasaban a al sol ya que necesitaban calentar su sangre y que ese término (lo de sangre fría) no era muy exacto porque la gracia de ese animalito era regular la temperatura de su cuerpo de acuerdo al medio ambiente en que estaba y bla bla bla… Se puso tan latera con sus explicaciones yo empecé a maullar para que dejara de hablar y me ayudara a pillar la lagartija; entendió el mensaje, pero no hubo caso de pillarla. Nos quedamos las dos con las ganas de experimentar: yo el sabor de su carne y ella, ver si era cierto eso de que si le cortan la cola a una lagartija nace otra (o un cuento así, la verdad que no la escuché mucho porque cuando empieza con sus cuentos lateros yo pongo mis orejitas en “mute” como hace ella a veces con la tele). El único problema de las lagartijas, es que son parientes de unos bichos grandes que se llaman cocodrilos, y esos sí que se pueden comer un gatito ¿quién no me dice que si me como una lagartija viene un cocodrilo a comerme a mi? Yo no quiero que nadie me muerda… ¡que susto!