Ayer en la tarde hice la maldad más maldadosa que he hecho hasta ahora en mi vida: me fugué. Así, tal como lo leen, con todas sus letras. Por eso ayer en la tarde me demoré más de lo normal en subir mi post, andaba de parranda en vez de estar instalada en el computador de la Conqui escribiendo.
El otro día dije que no me gustan los muros que no me dejan ir más allá de dónde yo quiero ir, y que de momento mi curiosidad llegaba justo hasta el muro, pero ayer mi curiosidad aumentó y tuve que ir a ver lo que había más allá… sólo encontré cemento, un par de arbustos medios secos, una pendiente bien parada, una casa con un lago chico de agua transparente hedionda a cloro en su jardín (según la Conqui se llama “piscina”) y poco más, pero nada de lauchitas. ¿La verdad? fome la arrancada, lo entretenido fue ver a la abuela y mi mamá buscándome por todas partes sin pillarme!!! eso sí, la que más me buscó fue la Conqui, aunque la que me pilló dónde estaba fue la vieja copuchenta que al tiro me acuso con mi mamá y que después me ignoró porque, según ella, no se quiere encariñar con una gatita mala como yo… ¡y yo no soy mala! yo soy una gatita linda que aún es joven y sólo quiere conocer el mundo, nada más ¿qué tiene de malo eso? Además, después de almuerzo ellas salieron y me dejaron solita en la casa encerrada, así que me pareció de lo más justo salir a tomar aire cuando volvieron y me abrieron la puerta del jardín. Pucha, no es mi culpa que justo el arbolito estuviera ahí y yo me pudiese trepar en él y llegar hasta arriba y saltar el muro… son cosas que pasan ¿o no?
Estuve escondida un buen rato, yo veía como la Conqui me buscaba por toda la casa porque sabe que me gusta esconderme… el otro día ya se lo había hecho, pero sólo me había metido debajo de una colcha y me pillaron altiro porque se me quedó parte de mi colita afuera. Ahora estaba mucho mejor escondida y les costó harto encontrarme ya que estaba sentada en lo alto del muro y metida entre las ramas del árbol por el que me había trepado. La Conqui se asomó varias veces al jardín y a la terraza buscándome, pero nada, no me veía. También me llamaba “¡Melí! Melí ven…”, pero como yo hablo poco no le maullé de vuelta. Así, habrán pasado sus buenos ochenta minutos hasta que mi abuela me vió caminando por el muro y llamó a mi mamá acusándome. Ella (la Conqui) miró hacia dónde yo estaba sentada y sin decir nada desapareció dentro de la casa. Un ratito después la vi venir caminando hacia mi con mi correa de florecitas en la mano y como yo soy una gatita linda que sólo quiere conocer el mundo, dejé que me la pusiera sin decir esta boca es mía, y también dejé que me tomara en brazos y nos volvimos juntas a la casa.
¿La verdad? confieso que estaba un poco asustada de mi primera experiencia extra-muros en la casa nueva, y por eso me puse feliz cuando la Conqui llegó a buscarme y dejé que me pusiera la correa sin chistar, y me fui tranquila en sus brazos de vuelta a la casa: pasamos al lado de una gata, unos niños jugando en bicicleta, varios perros y una moto ruidosa, pero yo me quedé quieta con mi mamá porque sé que ella sólo quiere lo mejor para mí y siempre me va a cuidar y defender de todos los niños, perros y motos de este mundo.
Eso sí, luego de mi escapada, la que se anduvo enojando es mi abuela porque anoche cerró la puerta de su pieza y no me dejó entrar a darle las buenas noches… voy a tener que hacer algo para que me perdone.
El otro día dije que no me gustan los muros que no me dejan ir más allá de dónde yo quiero ir, y que de momento mi curiosidad llegaba justo hasta el muro, pero ayer mi curiosidad aumentó y tuve que ir a ver lo que había más allá… sólo encontré cemento, un par de arbustos medios secos, una pendiente bien parada, una casa con un lago chico de agua transparente hedionda a cloro en su jardín (según la Conqui se llama “piscina”) y poco más, pero nada de lauchitas. ¿La verdad? fome la arrancada, lo entretenido fue ver a la abuela y mi mamá buscándome por todas partes sin pillarme!!! eso sí, la que más me buscó fue la Conqui, aunque la que me pilló dónde estaba fue la vieja copuchenta que al tiro me acuso con mi mamá y que después me ignoró porque, según ella, no se quiere encariñar con una gatita mala como yo… ¡y yo no soy mala! yo soy una gatita linda que aún es joven y sólo quiere conocer el mundo, nada más ¿qué tiene de malo eso? Además, después de almuerzo ellas salieron y me dejaron solita en la casa encerrada, así que me pareció de lo más justo salir a tomar aire cuando volvieron y me abrieron la puerta del jardín. Pucha, no es mi culpa que justo el arbolito estuviera ahí y yo me pudiese trepar en él y llegar hasta arriba y saltar el muro… son cosas que pasan ¿o no?
Estuve escondida un buen rato, yo veía como la Conqui me buscaba por toda la casa porque sabe que me gusta esconderme… el otro día ya se lo había hecho, pero sólo me había metido debajo de una colcha y me pillaron altiro porque se me quedó parte de mi colita afuera. Ahora estaba mucho mejor escondida y les costó harto encontrarme ya que estaba sentada en lo alto del muro y metida entre las ramas del árbol por el que me había trepado. La Conqui se asomó varias veces al jardín y a la terraza buscándome, pero nada, no me veía. También me llamaba “¡Melí! Melí ven…”, pero como yo hablo poco no le maullé de vuelta. Así, habrán pasado sus buenos ochenta minutos hasta que mi abuela me vió caminando por el muro y llamó a mi mamá acusándome. Ella (la Conqui) miró hacia dónde yo estaba sentada y sin decir nada desapareció dentro de la casa. Un ratito después la vi venir caminando hacia mi con mi correa de florecitas en la mano y como yo soy una gatita linda que sólo quiere conocer el mundo, dejé que me la pusiera sin decir esta boca es mía, y también dejé que me tomara en brazos y nos volvimos juntas a la casa.
¿La verdad? confieso que estaba un poco asustada de mi primera experiencia extra-muros en la casa nueva, y por eso me puse feliz cuando la Conqui llegó a buscarme y dejé que me pusiera la correa sin chistar, y me fui tranquila en sus brazos de vuelta a la casa: pasamos al lado de una gata, unos niños jugando en bicicleta, varios perros y una moto ruidosa, pero yo me quedé quieta con mi mamá porque sé que ella sólo quiere lo mejor para mí y siempre me va a cuidar y defender de todos los niños, perros y motos de este mundo.
Eso sí, luego de mi escapada, la que se anduvo enojando es mi abuela porque anoche cerró la puerta de su pieza y no me dejó entrar a darle las buenas noches… voy a tener que hacer algo para que me perdone.
(Perdóname "gueli" ¿ya? mira mi carita... ¿de verdad crees que soy mala?)