Anoche me vengué del pisotón que me dio mi abuela mientras comía las grasitas que me dio la Conqui (por ahí supe de una oferta de filete que, se supone, es mil veces mejor que lo que me dieron ayer, ya veremos…), y debo confesar que disfruté mucho mi venganza.
En su pieza, mi abuela tiene otra pieza chiquitita dónde guarda la ropa (walking closet parece que se llama) que tiene luz y todo; tiene una puerta doble, varias divisiones y barras para colgar cosas y ninguna ventana. En una parte guarda las carteras, en otra los chalecos, más arriba las chaquetas, abajo los pantalones y más abajo, los zapatos. Todo bastante ordenado aunque no taaaan ordenado como cacarea ella cada vez que mi mamá se mete ahí a sacarle algo; “Conqui, deja todo ordenado como lo tengo yo”, le dice siempre, y la Conqui parece que no le hace mucho caso porque sí o sí le llega algún comentario tipo “no dejaste el chaleco bien doblado”… Pero esos son problemas entre ellas y yo no pienso meterme porque una gatita no tiene nada que hacer ahí, pero dónde sí tengo (o tenía) que hacer, era cobrar por el pisotón…
Todas las noches mi abuela se ducha antes de acostarse: abre las puertas de su “walking closet” y se empieza a sacar la ropa ahí, sale y entra varias veces a medida que va doblando y guardando su ropa. Justo antes de meterse a la ducha revisa que yo no esté adentro, apaga la luz y cierra la puerta. Se ducha, se pone su ropa de dormir (usa una polera laaaarga que se llama camisón), abre de nuevo la pieza dónde guarda la ropa para comerse un pedacito del chocolate que esconde ahí dentro, cierra la puerta, se lava los dientes y se mete a la cama. Todas las noches se repite casi igual la misma ceremonia aunque a veces cambia un poco cuando mi mamá se tiende en su cama y le conversa de los peces de colores mientras ella hace sus trámites nocturnos; ahí, yo salto persiguiendo mi pelotita o me divierto escondiéndome detrás de las cortinas esperando que mi abuela salga del baño para asustarla con un fu… Anoche no hice eso, anoche me vengué: la primera vez que la flacuchenta pisa colas abrió el closet, yo me metí adentro sin que me viera y me quedé escondida hasta que apagó la luz y cerró las puertas para ir a ducharse, ahí yo me puse en acción y me trepé a dónde guarda las carteras las tiré todas al suelo, no le dejé nada en la repisa dónde las tenía, quedó vacía, blanca, limpia… Después de eso, me volví a esconder y cuando ella volvió a abrir el closet yo salí agazapada para que no me viera ¡y lo logré! Te encargo su cara de sorpresa cuando vio todas las cosas en el suelo ¿lo mejor? por más que quiso acusarme con mi mamá, no le resultó porque como no me vió salir del closet no tiene pruebas de que haya sido yo, y como le dijo la Conqui “a lo mejor tembló y por eso se cayeron las carteras”… A la viejuja no le quedó más que ponerse a ordenar todas sus carteras mientras yo me reía calladita en la cama de mi mamá.
En su pieza, mi abuela tiene otra pieza chiquitita dónde guarda la ropa (walking closet parece que se llama) que tiene luz y todo; tiene una puerta doble, varias divisiones y barras para colgar cosas y ninguna ventana. En una parte guarda las carteras, en otra los chalecos, más arriba las chaquetas, abajo los pantalones y más abajo, los zapatos. Todo bastante ordenado aunque no taaaan ordenado como cacarea ella cada vez que mi mamá se mete ahí a sacarle algo; “Conqui, deja todo ordenado como lo tengo yo”, le dice siempre, y la Conqui parece que no le hace mucho caso porque sí o sí le llega algún comentario tipo “no dejaste el chaleco bien doblado”… Pero esos son problemas entre ellas y yo no pienso meterme porque una gatita no tiene nada que hacer ahí, pero dónde sí tengo (o tenía) que hacer, era cobrar por el pisotón…
Todas las noches mi abuela se ducha antes de acostarse: abre las puertas de su “walking closet” y se empieza a sacar la ropa ahí, sale y entra varias veces a medida que va doblando y guardando su ropa. Justo antes de meterse a la ducha revisa que yo no esté adentro, apaga la luz y cierra la puerta. Se ducha, se pone su ropa de dormir (usa una polera laaaarga que se llama camisón), abre de nuevo la pieza dónde guarda la ropa para comerse un pedacito del chocolate que esconde ahí dentro, cierra la puerta, se lava los dientes y se mete a la cama. Todas las noches se repite casi igual la misma ceremonia aunque a veces cambia un poco cuando mi mamá se tiende en su cama y le conversa de los peces de colores mientras ella hace sus trámites nocturnos; ahí, yo salto persiguiendo mi pelotita o me divierto escondiéndome detrás de las cortinas esperando que mi abuela salga del baño para asustarla con un fu… Anoche no hice eso, anoche me vengué: la primera vez que la flacuchenta pisa colas abrió el closet, yo me metí adentro sin que me viera y me quedé escondida hasta que apagó la luz y cerró las puertas para ir a ducharse, ahí yo me puse en acción y me trepé a dónde guarda las carteras las tiré todas al suelo, no le dejé nada en la repisa dónde las tenía, quedó vacía, blanca, limpia… Después de eso, me volví a esconder y cuando ella volvió a abrir el closet yo salí agazapada para que no me viera ¡y lo logré! Te encargo su cara de sorpresa cuando vio todas las cosas en el suelo ¿lo mejor? por más que quiso acusarme con mi mamá, no le resultó porque como no me vió salir del closet no tiene pruebas de que haya sido yo, y como le dijo la Conqui “a lo mejor tembló y por eso se cayeron las carteras”… A la viejuja no le quedó más que ponerse a ordenar todas sus carteras mientras yo me reía calladita en la cama de mi mamá.