Hoy es feriado aquí en Chile porque se celebran las Glorias Navales, aunque por lo que me ha contado la Conqui tiene bien poco de glorioso que justo hoy se celebre eso porque fue justo un 21 de mayo que no sé quién hundió no sé qué. Lo peor de todo es que tuve que buscar el significado de la “hundir” porque no tenía ni idea qué era, y por eso ahora sé que hay unas cosas que flotan en el agua que se llaman barcos y que si se les hace un agujero les entra agua y se van al fondo y ya no sirven; los humanos usan los barcos para ir de un lado a otro moviendo cosas grandes y pesadas, y parece que a veces también los usan para matar gente… Esa parte ya no me gustó para nada porque no entiendo esa manía de los humanos de matarse unos a otros. Es cierto que los gatitos, los leones, los tigres y toda mi familia matamos, pero lo hacemos para sobrevivir y no porque sí, pero bue, la verdad es que me quedé dormida en esa parte del cuento porque no me gustan las historias tristes, pero dónde no me dormí fue cuando me contó que los gatitos siempre han estado ligados al mar y los barcos por la sencilla razón que somos el mejor antídoto contra los ratones. Parece que ahora ya no hay muchos felinos embarcados, pero antes éramos tan importantes a bordo que el Capitán mandaba a azotar a quién pillase maltratándonos.
La Conqui me contó muchas historias de gatitos navegantes, pero la que más me gustó es la de uno que se llamaba Oskar y me la contó así:
Es la II Guerra Mundial y el acorazado Bismarck da inicio a su último viaje; a bordo viaja Oskar, un gato negro con una mancha blanca y que, cuando la nave es hundida por los ingleses, sobrevive junto a 116 tripulantes de los 2.200 hombres que formaban su dotación.
Todos los sobrevivientes –Oskar incluido– fueron rescatados por la tripulación del destructor británico HMS Cossak y el gato navegante pasó a tener nuevo barco, nueva nacionalidad y nuevo nombre: los ingleses lo llamaron Sam.
Todo parecía ir bien para Sam en su nueva embarcación hasta que el HMS Cossak fue torpedeado por un submarino alemán y enviado a pique. Sam (a estas alturas mi ídolo) se salvó una vez más al abordar un bote salvavidas junto a varios marineros y fueron rescatados por el portaaviones Ark Royal que, por esas “casualidades” de la vida, había tomado parte activa en el hundimiento del acorazado Bismarck.
El portaaviones Ark Royal recala en Gibraltar y Sam baja a tierra durante un tiempo hasta que nuevamente se embarca en el mismo portaaviones que lo había rescatado de su último naufragio, pero el 13 de noviembre de 1941 el Ark Royal es torpedeado por un submarino alemán U81 hundiéndose al día siguiente. Lo crean o no, Sam sobrevivió a su tercer hundimiento en ¡seis meses!; una vez más fue rescatado y llevado a tierra dónde quedó “destinado” a las oficinas del Gobernador General de Gibraltar con la misión de cazar ratones por algunos años. Finalmente, es “licenciado” y enviado a Irlanda dónde acabó sus días plácidamente como mascota de un hogar de marineros retirados en Belfast.
Buena la historia que me contó mi mamá ¿verdad que sí? increíble la historia de Oskar o Sam, fue súper buen marino… Que suerte la de él, pensar que yo ni siquiera conozco el mar… Ojalá mi mamá cumpla luego su promesa de llevarme a la playa.
(Cuadro dónde aparece Oskar y que está en el Museo Marítimo Nacional de Grewich)