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Gatos, fantasmas y diablos

Yo no sé ustedes, pero muchas veces veo cosas que mi mamá y mi abuela no ven, aunque más que cosas debo decir que es un gato, y ese gato tiene nombre: Carlota.

¿Recuerdan que un par de meses atrás les contaba de una mala noticia que había recibido la Conqui y que lloraba y lloraba y yo había tenido que consolarla? Bue… la mala noticia fue la muerte de la compañera de mi abuela y que se llamaba Carlota y era una gata muy especial por lo que me han contado. Y además de ser muy especial, era muy requete consentida de mi abuela. La Carlota tenía una relación de amor / odio con la Conqui: amor porque se querían mucho mutuamente, y odio porque la Conqui siempre pasaba una temporada con ella y después se iba y la dejaba toda triste y nostálgica. La última vez que la Conqui que pasó fue cuando mi mamá se fue a vivir al sur y, según mi a abuela, la Carlota la echaba tanto de menos que se paraba delante de la pieza de mi mamá y se ponía a maullar llamándola.

La Carlota vivió en la casa de mi abuela varios años, y fue aquí dónde murió a fines de este enero; es por eso que en todos los rincones encuentro su olor, cosa que no me molesta, a lo más me da curiosidad por saber cómo era y trato de imaginarme cómo me habría llevado con ella. Según la Conqui, la Carlota me habría tenido ordenada y me podría haber enseñado varias cosas, como por ejemplo mantener los perros a raya en vez de tener que andar escondiéndome para evitar los problemas con ellos. Como sea, me estoy yendo por las ramas así que vamos a lo medular: la Carlota sigue en esta casa y yo soy la única que la ve. Se para en la puerta de la pieza de mi mamá como lo hacía cuando estaba viva y no me deja entrar. Y si la Conqui me lleva a su cama en brazos como lo ha hecho en más de oportunidad para que yo me quede a dormir con ella, la Carlota me mira feo y me hace un Fuuuu corto pero contundente que no deja otra opción que la obediencia ciega así que yo salgo corriendo de la pieza de mi mamá para ahorrarme disgustos. Y no, no estoy loca, cualquiera que conozca a los gatos sabe que nosotros tenemos un sexto sentido que nos permite ver o percibir a quienes ya no están viviendo en este mundo tangible para los simples mortales, no en vano los antiguos egipcios nos adoraban como dioses ya que pensaban que los protegíamos de los malos espíritus además de usarnos para ponerse en contacto con el más allá.

Es cierto, los gatos podemos ver y sentir cosas que los humanos no pueden, y es lo que pasa con la Carlota: ella se quedó acompañando a mi abuela y cuidándola, y ahora que llegué yo me molesta para molestar a la Conqui que era su amiga ¿y cómo la molesta? haciéndome cosas a mí que la puedo ver, para que yo no quiera dormir con mi mamá. Pero no importa, mi mamá ya sabe lo que está pasando así que tengo permiso para no dormir con ella en su pieza. Por ejemplo, hoy le robamos la cama a mi abuela y estuvimos regaloneando harto rato en la mañana: ella me abrazaba y me rascaba mi pancita mientras yo ronroneaba feliz de la vida.

Por cierto: no se asusten con mi cuento de los fantasmas, como los gatitos podemos verlos, saben defendernos y defender a nuestro amos de los malos espíritus, y si no me creen les voy a contar una muy vieja historia:

Un día, un gatito estaba haciéndose aseo; feliz de la vida lamía su colita una y otra vez para dejar todos los pelos limpios y en su lugar. En eso estaba cuando se apareció un viejo vestido de rojo con cachos y cola ¡era el diablo!. El diablo le pidió al gatito que le diera el alma de su amo, y el gatito le dijo que no había problema siempre y cuando cumpliera con una condición: que contara todos los pelitos de su cola. El diablo dijo que estaba de acuerdo y empezó a contarle los pelitos “uno, dos, tres… “, y cuando justo estaba a punto de terminar ¡zas! el gatito sacudió su cola y el viejo de rojo tuvo que empezar a contar de nuevo los pelitos; la historia se repitió hartas veces, y cada vez que el diablo estaba a punto de terminar su cuenta, el gatito sacudía su cola; como sería, que finalmente el diablo se dio por vencido y ya no quiso llevarse el alma del humano que cuidaba al gatito de esta historia ¿ven? por eso es bueno tener un gato en su casa: nos comemos los ratones y cuidamos el el alma de nuestros amos.


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