Es gracioso, pero cuando más tiempo libre tienes, menos te alcanza para hacer lo que debes hacer ¿no les pasa a ustedes lo mismo? Por ejemplo hoy, ha hecho tanto frío que no he querido salir de la casa en todo el día y he preferido pasar adentro regaloneando con mi mamá o abrazada a la calefacción, y como no tenía pajaritos o lagartijas que cazar, ni aseo o planchado de ropa que vigilar, me relajé pensando en “tengo todo el día por delante para escribir mi columna” y aquí estoy, las 7 de la tarde y recién me acuerdo de pedirle el computador a la Conqui para teclear apurada lo primero que se me ocurra y así poder volver lo antes posible al “dolce far niente” (¿vieron que también sé hablar italiano? mi mamá me enseñó), abrazada a la calefacción para paliar el frío de este invernal (¿se han dado cuenta que invernal se parece a infernal?) sábado viñamarino.
Como se imaginarán, pocas novedades por estos lares, y más encima el frío no coopera mucho para que mis neuronas trabajen bien. Hoy, lo más llamativo –al menos para mi abuela– son las bromas porque llevo varios días con “mamitis aguda” y me la he pasado siguiendo a la Conqui como si fuera su sombra, y claro, mi abuela que se había acostumbrado a que yo la siguiera a ella por toda la casa y durmiera en su cama, anda mosqueada de que ahora pase todo el día y toda la noche con mi mamá… Yo no le veo lo raro, es lo que corresponde: los niños deben estar con su mamá. Si yo dejé de dormir con la Conqui fue porque me da “cosa” entrar a su pieza (ya conté el otro día los motivos así que no los pienso en repetir), pero como ahora ella está durmiendo en la pieza que sobra, yo ando tan feliz que incluso estoy comiendo menos.
¿Emociones fuertes del día? ver a la gata tricolor a través del vidrio, gruñirle desde las faldas de mi mamá para luego hacerme pelotita y seguir durmiendo… Se los dije, hoy el día estuvo lento.