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Matico para las heridas

La Conqui anda de lo más pendiente del Manchi porque el sábado le descubrió un corte en su pata trasera derecha y, según ella, le preocupa que se le vaya a infectar. El sábado y ayer en la mañana lo dejó tranquilo, en “observación” según ella, pero ligerito le bajó la nuera y empezó a perseguirlo con un algodón remojado en agüita de matico porque su mamá (la de la Conqui que vendría a ser mi abuela, y más importante aún, es la mamá de la Carlota que es gata como yo y mi amiga virtual, pero esa historia se les cuento otro día) le dijo que eso era bueno para limpiar, desinfectar y cicatrizar.

Pobre Manchi, la loca del algodón lo acosa cada vez que lo ve acostado de lado: él está durmiendo feliz de la vida y ¡zas! que llega ella, lo agarra de una pata y lo moja… es gracioso ver como patalea él y lo sujeta ella, los dos terminan sucios y mojados, cada uno en un rincón tratando de componer los daños causados por la “batalla”. Es bien gracioso verlos.

Lo fome, es que como el Manchi está lesionado, la Conqui lo está regaloneando más de la cuenta y no me deja pegarle; un par de veces que me he escondido detrás de la puerta para recibirlo con un zarpazo, ella me ha retado con la cantinela de “Melí no seas mala, el Manchi está lesionado, déjalo tranquilo” y bla bla bla… Peor aún, como es flaco, a él le dan de comer cada vez que quiere y a mi no. La Conqui jura que si me toma en brazos y me regalones mientras el otro come yo no me voy a dar cuenta… ¿se creerá que soy sorda? ¿que no escucho los crunchi crunchi de él comiendo mientras a mi pretenden meterme el dedo a la boca?

(Voy a aguantar un par de días a que sane la patita del Manchi, pero como vea que me siguen retando por quererlo esperarlo escondida detrás de la puerta cuando pase eso, me voy a enojar)


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