Hay cosas que la Conqui no entiende por más que trato de enseñarle. Por ejemplo, no sabe jugar con los ratones. Yo tampoco sabía cuando era chica, pero el Manchi me enseñó y yo ahora quiero enseñarle a mi mamá… perdón, a la Conqui (no le gusta que le diga mamá porque dice que ella no es mamá de nadie y mucho menos gata).
Los ratones de verdad son entretenidos porque se mueven solos, y no tengo que estar empujándolos como esa cosa verde que tengo en la casa para jugar. Si no tengo nada mejor para jugar; el verde es entretenido cuando llueve y hace frío afuera, pero cuando puedo ¡no hay nada mejor que un ratón de verdad! Me gusta esconderme entre la hierba y esperar agazapada y en silencio que alguno llegue a comer semillas, ahí saltó sobre él y lo pesco con mis dientes, lo suelto y apenas trata de huir lo muerdo de nuevo o lo engancho con mis zarpas para lanzarlo hacia arriba y pegarle el tarascón antes de que toque el suelo ¡no crean que es fácil! yo me demoré en aprender, pero ahora lo hago súper bien y el ratón me puede durar su buen par de horas antes de dejar de moverse para siempre. Otras veces –casi siempre– se se lo llevo a la Conqui para que juegue conmigo ¡pero nada! No sé si será que desprecia mi regalo, pero ella se pone a gritar “¡Ya me trajiste otra laucha!”, pesca la escoba y empieza a escobarla hacia la puerta.
Con el Manchi nos turnamos, si un día no llego yo con un ratón, es él, pero tratamos de llevarle al menos uno diario a la Conqui para ver si se anima a jugar con nosotros. Por ahora, lo único que hemos logrado, es que nos quite los de verdad y nos tenga prohibido jugar con ellos dentro de la casa (obvio que no le hacemos caso), pero al menos juega con la cosa verde que no se mueve solo y que ella llama “juguete”… Aún tengo esperanza de que aprenda igual que yo, mal que mal, yo también empecé con el de mentira.
(La Conqui no barre, ella “escoba”, se lo escuché decir un día hablando con alguien que la corregía diciéndole “no se dice escobar, se dice barrer”, y ella respondió “si con la aspiradora se aspira y existe el verbo aspirar, con la escoba se escoba y existe el verbo escobar”, y yo creo todo lo que dice mi mamá así que yo también escobo).
Los ratones de verdad son entretenidos porque se mueven solos, y no tengo que estar empujándolos como esa cosa verde que tengo en la casa para jugar. Si no tengo nada mejor para jugar; el verde es entretenido cuando llueve y hace frío afuera, pero cuando puedo ¡no hay nada mejor que un ratón de verdad! Me gusta esconderme entre la hierba y esperar agazapada y en silencio que alguno llegue a comer semillas, ahí saltó sobre él y lo pesco con mis dientes, lo suelto y apenas trata de huir lo muerdo de nuevo o lo engancho con mis zarpas para lanzarlo hacia arriba y pegarle el tarascón antes de que toque el suelo ¡no crean que es fácil! yo me demoré en aprender, pero ahora lo hago súper bien y el ratón me puede durar su buen par de horas antes de dejar de moverse para siempre. Otras veces –casi siempre– se se lo llevo a la Conqui para que juegue conmigo ¡pero nada! No sé si será que desprecia mi regalo, pero ella se pone a gritar “¡Ya me trajiste otra laucha!”, pesca la escoba y empieza a escobarla hacia la puerta.
Con el Manchi nos turnamos, si un día no llego yo con un ratón, es él, pero tratamos de llevarle al menos uno diario a la Conqui para ver si se anima a jugar con nosotros. Por ahora, lo único que hemos logrado, es que nos quite los de verdad y nos tenga prohibido jugar con ellos dentro de la casa (obvio que no le hacemos caso), pero al menos juega con la cosa verde que no se mueve solo y que ella llama “juguete”… Aún tengo esperanza de que aprenda igual que yo, mal que mal, yo también empecé con el de mentira.