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Plan bien ejecutado

Son pocas las maldades que hago dentro de la casa, y de las que hago hay una que me gusta sobre todas las cosas: subirme al refrigerador y robarme la comida que la Conqui me esconde ahí arriba. O mejor dicho, escondía, porque desde que pilló que podía subirme la esconde en otro lado. Pero no importa, yo me sigo trepando y me divierto descolgando mi mano para agarrar los imanes con que sujeta las fotos que tiene puestas ahí.

Juego con los imanes cuando se me ocurre, y generalmente se me ocurre en las mañanas temprano, cuando empieza a clarear el día ¡es la mejor hora! sobre todo porque me aburro de esperar que la Conqui despierte y esa es una buena manera de lograr que se levante a abrirme la puerta y darme desayuno. Rabia harto eso sí, le carga que la despierte tan temprano.

Para que el reto no me llegue a mi, uso al Manchi, como buen hombre es bien pajarón y siempre pisa el palito: yo juego con los imanes tratando de no hacer mucho ruido, generalmente ella igual me siente y empieza con sus “Melí bájate de ahí” que yo ignoro, ella refunfuña un poco más, se da dos vueltas en la cama y se hace la loca y sigue durmiendo porque sabe que no rompo nada. Pasa un rato hasta que se cae alguno de los imanes (a veces una foto), pero ella sigue durmiendo haciéndose de la loca; lo entretenido, es que con ese ruido se despierta el Manchi y él si que la molesta porque se pone a maullar bien fuerte, como con los maullidos no logra mucho se pasea por arriba de la cabeza de la Conqui y ahí se empiezan a poner mal las cosas para él y entretenidas para mi. Si la Conqui sigue sin levantarse, él se pone a empujar con su mano las cosas del velador y las va tirando de a una al suelo; la foto de la Agustina, el kindle, las gotas para los ojos, el despertador, todo va cayendo y con caída la Conqui grita más fuerte “¡córtala Manchi! ¡quiero dormir! ¡es domingo!”. Llega un momento en que ella se levanta, lo agarra y farfullando no sé que cosas (a esa hora de la mañana se le entiende poco lo que habla) abre la puerta y lo hecha al jardín. Ahí yo salgo de mi escondite (siempre me bajo del refrigerador y me escondo antes que se levante)  y me voy a meter a la cama con ella con mi mejor cara de niña buena, me acurruco a su lado y duermo feliz con mi mamá toda para mí...

(Pobre Manchi, siempre paga los platos rotos)

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