Hoy me debo haber portado muuuuuy bien porque la Conqui me dio una comida rica, rica, rica; eran unos pedacitos de carne con salsa que no hacían crunchi chunchi al mascarlos; eran blanditos, jugosos y muy sabrosos, nada que ver con esas galletitas secas que me da todos los días.
Debo decir que yo ya le tenía echado el ojo a los sobrecitos amarillos que guarda junto a mi bolsa de crunchi crunchi, pero no sabía que había adentro y mucho menos que pudiera ser algo tan delicioso. La Conqui se rió al abrir el sobre porque pensaba que yo no me iba a dar cuenta que era comida de perritos porque según ella yo no sé leer, pero aunque fuera cierto que no sé leer –lo que no es verdad porque yo soy una gata letrada que sabe leer y escribir– no soy ciega, y sí pude ver que el sobre tenía la foto de un perro… ¡seré gata pero no tonta! Y como no soy tonta, preferí hacerme la loca y probar esa comida que olía tan bien antes de dármelas de digna y no comerla por ser para perritos ¡y le achunté medio a medio! una delicia, ojalá mañana también me toque premio.
Lo mejor de todo es que al Manchi no le tocó nada, fue sólo para mí; cuando él llegó a comer yo ya me había zampado mi ración y estaba con la guatita redonda, haciéndome el aseo antes de salir a mi ronda nocturna previo irme a dormir. Él se acercó a oler mi plato pero no encontró nada, así que la Conqui le dio las galletitas secas de siempre: pobre, no sabe lo que se perdió, casi casi que me da pena, tal vez mañana le deje un poco (sólo “tal vez” y sólo si me toca comida rica de nuevo).
Debo decir que yo ya le tenía echado el ojo a los sobrecitos amarillos que guarda junto a mi bolsa de crunchi crunchi, pero no sabía que había adentro y mucho menos que pudiera ser algo tan delicioso. La Conqui se rió al abrir el sobre porque pensaba que yo no me iba a dar cuenta que era comida de perritos porque según ella yo no sé leer, pero aunque fuera cierto que no sé leer –lo que no es verdad porque yo soy una gata letrada que sabe leer y escribir– no soy ciega, y sí pude ver que el sobre tenía la foto de un perro… ¡seré gata pero no tonta! Y como no soy tonta, preferí hacerme la loca y probar esa comida que olía tan bien antes de dármelas de digna y no comerla por ser para perritos ¡y le achunté medio a medio! una delicia, ojalá mañana también me toque premio.
Lo mejor de todo es que al Manchi no le tocó nada, fue sólo para mí; cuando él llegó a comer yo ya me había zampado mi ración y estaba con la guatita redonda, haciéndome el aseo antes de salir a mi ronda nocturna previo irme a dormir. Él se acercó a oler mi plato pero no encontró nada, así que la Conqui le dio las galletitas secas de siempre: pobre, no sabe lo que se perdió, casi casi que me da pena, tal vez mañana le deje un poco (sólo “tal vez” y sólo si me toca comida rica de nuevo).