El Manchi se las está buscando, anoche de nuevo se quedó afuera. Llegó antes de que la Conqui cerrara la puerta, todo bien y de acuerdo a las reglas; comió unos pocos crunchi crunchi y se puso a molestar trepándose a la cómoda y empezando a empujar cosas con su mano, y así es como siempre empieza cada vez que ha roto algo. La Conqui lo retó un par de veces, trató de hacerle entender de buena manera que no hiciera eso, y lo puso en el suelo en más de una oportunidad. Casi casi que la vieja estaba zen, pero el flacuchento no quiso entender y lo agarraron al vuelo cuando iba saltando a la cómoda por décimoquinta vez y... ¡puerta para el caballero! Nuevamente pasé la noche como hija única.
Cuando vi que echaban al Manchi corrí a comerme las galletitas que quedaban en su plato, pero la Conqui fue bien rápida y no había alcanzado a zamparme ni tres cuando llegó a sacarme el platito… ¡mala! De ahí, me fui corriendo a tenderme en la almohada y puse mi mejor cara de “¿juguemos?”, y debe haber funcionado porque me hizo caso al tiro y jugamos un buen rato a perseguir el cinturón y después jugamos a las escondidas: en eso me va mal, la Conqui siempre me pilla por mucho que me meta debajo de su colcha, parece que es la cola la que me delata porque por más que trato de no moverla, los nervios hacen que sola me empiece a bailar de un lado a otro, y claro, se me alcanza a asomar por debajo de la colcha y es entonces cuando me pilla la Conqui… Algún día voy a lograr que no se me mueva la cola y no me va a poder pillar ¡ahí la quiero ver! Cuando esté buscándome, voy a llegar despacio por atrás y le voy a hacer un ¡FUUUU! bien fuerte cerca de su oído, segura se asusta porque la tengo pillada que por mucho que se las dé de valiente es bien gallina, sobre todo cuando está oscuro porque dice que no ve nada, pero eso me parece bien raro porque yo y el Manchi vemos re bien en la oscuridad. Aunque a decir verdad, no es que “veamos” si no que con nuestros bigotes “sentimos”, y los usamos para detectar los diferentes objetos… Le voy a decir a la Conqui que se deje bigotes, seguro que ahí, también podría “ver” de noche y no le daría “cosa” –como dice ella– la oscuridad.
Cuando vi que echaban al Manchi corrí a comerme las galletitas que quedaban en su plato, pero la Conqui fue bien rápida y no había alcanzado a zamparme ni tres cuando llegó a sacarme el platito… ¡mala! De ahí, me fui corriendo a tenderme en la almohada y puse mi mejor cara de “¿juguemos?”, y debe haber funcionado porque me hizo caso al tiro y jugamos un buen rato a perseguir el cinturón y después jugamos a las escondidas: en eso me va mal, la Conqui siempre me pilla por mucho que me meta debajo de su colcha, parece que es la cola la que me delata porque por más que trato de no moverla, los nervios hacen que sola me empiece a bailar de un lado a otro, y claro, se me alcanza a asomar por debajo de la colcha y es entonces cuando me pilla la Conqui… Algún día voy a lograr que no se me mueva la cola y no me va a poder pillar ¡ahí la quiero ver! Cuando esté buscándome, voy a llegar despacio por atrás y le voy a hacer un ¡FUUUU! bien fuerte cerca de su oído, segura se asusta porque la tengo pillada que por mucho que se las dé de valiente es bien gallina, sobre todo cuando está oscuro porque dice que no ve nada, pero eso me parece bien raro porque yo y el Manchi vemos re bien en la oscuridad. Aunque a decir verdad, no es que “veamos” si no que con nuestros bigotes “sentimos”, y los usamos para detectar los diferentes objetos… Le voy a decir a la Conqui que se deje bigotes, seguro que ahí, también podría “ver” de noche y no le daría “cosa” –como dice ella– la oscuridad.