Dicho y hecho: por lo bruja que fue ayer, hoy la Conqui fue castigada y con el Manchi la despertamos a las 6 y media ¡pa’ que aprenda!
Después de que ayer me retó por la laucha y el pajarito, y despreció mi ayuda con la leña, quedé picada, así que en venganza me puse de acuerdo con el Manchi y anoche la dejamos dormir re poco. Primero, salimos a pasear los dos y llegamos tarde: yo a las 11:15 y el Manchi a las 12:00, justo justo cuando la Conqui había apagado la luz y entraba en el primer sueño. Nos aprovechamos que, como anoche él había dormido afuera, ella estaba con remordimiento de conciencia por no haberle abierto la puerta, así que cuando lo escuchó maullar se levantó a abrirle y darle comida. Entre pitos y flautas ya eran casi la una cuando volvió a quedarse dormida, pero le duró poco: yo me puse a cazar musarañas y “tuve” que pasar por arriba de su cabeza; eso fue como a las 3 de la mañana. A las 6 y media fue el turno del Manchi que se puso a jugar con las cosas del velador mientras maullaba, ahí la Conqui se levantó sin decir nada, lo pescó y ¡puerta para el caballero!. A los 5 minutos estaba dormida de nuevo; la dejé tranquila una media hora y llegó mi turno de empezar el show… ya eran las 7 y media y la bruja optó por levantarse: abrir la puerta, comida, agua fresca, limpiar mi baño, y recién se pudo preocupar de su desayuno… Es bueno que tenga claras sus prioridades.
Para ver si el mensaje le había quedado claro, salí al jardín a ver si pillaba una laucha y ¡bingo! no habían pasado ni 10 minutos que volví a la casa con mi trofeo en el hocico. Justo la Conqui estaba en el baño así que aproveché de jugar un rato con mi ratoncito y lo solté: me lo pasaba de una mano a la otra y saltaba sobre él cuando trataba de arrancar ¡lejos lo más entretenido! Pero claro, lo bueno dura poco y apareció la “antiratones” que no aprendió nada de la lección que le quisimos enseñar con el Manchi, y para variar agarró la escoba y me quitó mi juguete… fome la wea.
Después de que ayer me retó por la laucha y el pajarito, y despreció mi ayuda con la leña, quedé picada, así que en venganza me puse de acuerdo con el Manchi y anoche la dejamos dormir re poco. Primero, salimos a pasear los dos y llegamos tarde: yo a las 11:15 y el Manchi a las 12:00, justo justo cuando la Conqui había apagado la luz y entraba en el primer sueño. Nos aprovechamos que, como anoche él había dormido afuera, ella estaba con remordimiento de conciencia por no haberle abierto la puerta, así que cuando lo escuchó maullar se levantó a abrirle y darle comida. Entre pitos y flautas ya eran casi la una cuando volvió a quedarse dormida, pero le duró poco: yo me puse a cazar musarañas y “tuve” que pasar por arriba de su cabeza; eso fue como a las 3 de la mañana. A las 6 y media fue el turno del Manchi que se puso a jugar con las cosas del velador mientras maullaba, ahí la Conqui se levantó sin decir nada, lo pescó y ¡puerta para el caballero!. A los 5 minutos estaba dormida de nuevo; la dejé tranquila una media hora y llegó mi turno de empezar el show… ya eran las 7 y media y la bruja optó por levantarse: abrir la puerta, comida, agua fresca, limpiar mi baño, y recién se pudo preocupar de su desayuno… Es bueno que tenga claras sus prioridades.
Para ver si el mensaje le había quedado claro, salí al jardín a ver si pillaba una laucha y ¡bingo! no habían pasado ni 10 minutos que volví a la casa con mi trofeo en el hocico. Justo la Conqui estaba en el baño así que aproveché de jugar un rato con mi ratoncito y lo solté: me lo pasaba de una mano a la otra y saltaba sobre él cuando trataba de arrancar ¡lejos lo más entretenido! Pero claro, lo bueno dura poco y apareció la “antiratones” que no aprendió nada de la lección que le quisimos enseñar con el Manchi, y para variar agarró la escoba y me quitó mi juguete… fome la wea.
El flacuchento del Manchi