Mis días se dividen en días que cazo pajaritos o que cazo ratoncitos, también puede ser que cace de los dos o que no cace nada. Hoy, fue día de cazar pajarito.
Aproveché la mañana para salir de “compras”, y como siempre hace la Conqui cuando trae comida a la casa, para allá llevé mi compra. Sabía que cabía la posibilidad que me retaran como siempre que llego con un pájaro, pero soy una convencida que si persisto, algún día me dejará comérmelo dentro y capaz que hasta quiera probarlo y me ayude con las plumitas. Obviamente, eso no fue lo que pasó hoy día: se repelieron los gritos, los retos y el bla bla bla de siempre… ya ni la pesco, es como cuando ella pone la televisión muda para hablar por teléfono. Lo realmente fome, es que el pajarito fue más vivo que yo: cuando la Conqui me echó de la casa, me instalé en el felpudo de la entrada y lo solté pensando que ya estaba muerto… Estaba terminando de relamerme los bigotes de anticipación, lista para hincarle los dientes ¡y el pajarito salió volando! ¡me hizo lesa! me quedé con cara de sorpresa por un segundo y salí corriendo detrás de él para darle su merecido ¡de mi no se ríe nadie! pero no lo pillé… y la Conqui me miraba desde la puerta con ataque de risa. Fue humillante. Después de eso, me deprimí y me fui a dormir enojada previo hacerle un par de fuuuus al Manchi que miraba por la ventana con cara de weón.
A la hora de almuerzo, parece que la Conqui estaba con remordimiento de conciencia por haberse reído de mi porque me quiso dar de sus lentejas. Olían rico, pero yo estaba muy ofendida así que les pegué una mirada despreciativa y las ignoré: no me vendo por un plato de lentejas, aunque tal vez sí por una laucha...
Aproveché la mañana para salir de “compras”, y como siempre hace la Conqui cuando trae comida a la casa, para allá llevé mi compra. Sabía que cabía la posibilidad que me retaran como siempre que llego con un pájaro, pero soy una convencida que si persisto, algún día me dejará comérmelo dentro y capaz que hasta quiera probarlo y me ayude con las plumitas. Obviamente, eso no fue lo que pasó hoy día: se repelieron los gritos, los retos y el bla bla bla de siempre… ya ni la pesco, es como cuando ella pone la televisión muda para hablar por teléfono. Lo realmente fome, es que el pajarito fue más vivo que yo: cuando la Conqui me echó de la casa, me instalé en el felpudo de la entrada y lo solté pensando que ya estaba muerto… Estaba terminando de relamerme los bigotes de anticipación, lista para hincarle los dientes ¡y el pajarito salió volando! ¡me hizo lesa! me quedé con cara de sorpresa por un segundo y salí corriendo detrás de él para darle su merecido ¡de mi no se ríe nadie! pero no lo pillé… y la Conqui me miraba desde la puerta con ataque de risa. Fue humillante. Después de eso, me deprimí y me fui a dormir enojada previo hacerle un par de fuuuus al Manchi que miraba por la ventana con cara de weón.
A la hora de almuerzo, parece que la Conqui estaba con remordimiento de conciencia por haberse reído de mi porque me quiso dar de sus lentejas. Olían rico, pero yo estaba muy ofendida así que les pegué una mirada despreciativa y las ignoré: no me vendo por un plato de lentejas, aunque tal vez sí por una laucha...
(Toy enojá)