Después de un par de días feos con harta lluvia y viento, hoy amaneció tranquilo: nublado pero rico, sin ganas de llover y con cara de salir el sol.
Me gustan los días como hoy porque todos los animales que se esconden por culpa de la lluvia, empiezan a asomarse y aprovechan de salir a buscar semillitas y cosas para comer, y yo aprovecho de comérmelos a ellos o, al menos, de jugar un rato a pillarlos. Debo confesar que cuando yo cazo una laucha o un pajarito, no es por hambre porque la Conqui se preocupa de tener siempre mi platito de crunchi crunchis lleno (cuando no le da por ponerme a dieta), si no que lo hago por diversión, por “competencia”: me gusta ser más hábil que cualquier pajarito pajarón o laucha cagona, y saber que los puedo agarrar cuando quiero. Por eso los muerdo despacio (aunque a veces, con los nervios, se me pasa la mano) y después los suelto para ver cómo escapan y así volver a pillarlos.
Los pajaritos son los más difíciles de cazar porque ellos vuelan, y yo aún no aprendo a volar y no creo que aprenda nunca porque no tengo plumitas y mucho menos alas. Tal vez le podría pedir a la Conqui que me fabricara unas alas como las que vimos anoche en la televisión dónde estaban contando la historia de un señor que se llamaba Leonardo; parece que él también soñaba con volar igual que yo, y dibujó unas alas de pájaro para hacerlas con madera y tela y ponérselas en los brazos y así poder aletear y salir volando. No sé si le funcionaron porque justo me quedé dormida, y hoy en la mañana la Conqui no me comentó nada de cómo habría terminado la historia.
Más lo pienso y más me gusta la idea de tener alas y aprender a volar, el único problema es cómo voy a lograr moverla para arriba y para abajo como hacen los pájaros: los humanos pueden hacerlo porque el el hombro les deja subir y bajar el brazo hacia un lado y para adelante y atrás, pero los gatitos sólo podemos hacerlo hacia adelante y atrás y así como que no resulta mucho eso del aleteo. Tal vez me podría conseguir un globo aerostático, también los vi en la tele y me gustaron harto: son unos canastos de pan grandes muy grandes, que arriba tiene una pelota de colores llena de aire y flotan en el cielo, pero es menos práctico que lo de las alitas porque si me caigo del canasto me puedo gastar alguna de mis siete vidas al chocar contra el suelo y no quiero gastarlas así como así.
Yo quiero alitas de quita y pon, no me gustaría tenerlas todo el rato puestas: vi el video de un gatito con algo parecido a alitas y me dio pena ver como la gente lo perseguía por “distinto”; me daría lata que todo le mundo me mirara con cara de “bicho raro”, y no me gustaría que la Conqui pasara malos ratos por defenderme de la gente loca que busca hacer sufrir a quienes que no se parecen, a lo que ellos están acostumbrados a ver.
(Si pudiera volar, no me pasarían esas cosas)
Me gustan los días como hoy porque todos los animales que se esconden por culpa de la lluvia, empiezan a asomarse y aprovechan de salir a buscar semillitas y cosas para comer, y yo aprovecho de comérmelos a ellos o, al menos, de jugar un rato a pillarlos. Debo confesar que cuando yo cazo una laucha o un pajarito, no es por hambre porque la Conqui se preocupa de tener siempre mi platito de crunchi crunchis lleno (cuando no le da por ponerme a dieta), si no que lo hago por diversión, por “competencia”: me gusta ser más hábil que cualquier pajarito pajarón o laucha cagona, y saber que los puedo agarrar cuando quiero. Por eso los muerdo despacio (aunque a veces, con los nervios, se me pasa la mano) y después los suelto para ver cómo escapan y así volver a pillarlos.
Los pajaritos son los más difíciles de cazar porque ellos vuelan, y yo aún no aprendo a volar y no creo que aprenda nunca porque no tengo plumitas y mucho menos alas. Tal vez le podría pedir a la Conqui que me fabricara unas alas como las que vimos anoche en la televisión dónde estaban contando la historia de un señor que se llamaba Leonardo; parece que él también soñaba con volar igual que yo, y dibujó unas alas de pájaro para hacerlas con madera y tela y ponérselas en los brazos y así poder aletear y salir volando. No sé si le funcionaron porque justo me quedé dormida, y hoy en la mañana la Conqui no me comentó nada de cómo habría terminado la historia.
Más lo pienso y más me gusta la idea de tener alas y aprender a volar, el único problema es cómo voy a lograr moverla para arriba y para abajo como hacen los pájaros: los humanos pueden hacerlo porque el el hombro les deja subir y bajar el brazo hacia un lado y para adelante y atrás, pero los gatitos sólo podemos hacerlo hacia adelante y atrás y así como que no resulta mucho eso del aleteo. Tal vez me podría conseguir un globo aerostático, también los vi en la tele y me gustaron harto: son unos canastos de pan grandes muy grandes, que arriba tiene una pelota de colores llena de aire y flotan en el cielo, pero es menos práctico que lo de las alitas porque si me caigo del canasto me puedo gastar alguna de mis siete vidas al chocar contra el suelo y no quiero gastarlas así como así.
Yo quiero alitas de quita y pon, no me gustaría tenerlas todo el rato puestas: vi el video de un gatito con algo parecido a alitas y me dio pena ver como la gente lo perseguía por “distinto”; me daría lata que todo le mundo me mirara con cara de “bicho raro”, y no me gustaría que la Conqui pasara malos ratos por defenderme de la gente loca que busca hacer sufrir a quienes que no se parecen, a lo que ellos están acostumbrados a ver.